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Gabriel Osuna Osuna, 2016, La perspectiva de género en la literatura. Ensayos de narrativa mexicana contemporánea

Región y sociedad, vol. 30, núm. 71, 2018

El Colegio de Sonora

Ana Lourdes Álvarez Romero

Universidad de Sonora, Mexico

Al ser un objeto cultural y, como tal, perteneciente a la cultura que lo alberga, y cifrado en ella, la obra literaria se puede desarticular para comprender su funcionamiento. La aparición de la categoría “género”, propuesta por Simone de Beauvoir en 1949, en El segundo sexo, ha posibilitado desmontar conceptos culturales que antes se consideraban como dados por la naturaleza, no como constructos. Los estudios de género en la literatura logran desnaturalizar los presupuestos culturales según los cuales se crean las obras literarias, es decir, gracias a ellos se puede observar cómo la literatura pone en evidencia los ejes que estructuran la cultura, al mismo tiempo que exige una revaloración de ellos. Así, éstos desempeñan un papel antropológico (al deconstruir el mundo cultural) y estético (al explicar la obra literaria).

Maricruz Castro Ricalde señala las directrices que han marcado y seguido los trabajos de género en México; prevalecen las traducciones y las compilaciones de teorías de género francesas y estadounidenses, así como la aparición de antologías de escritoras con el fin de visibilizarlas. Castro Ricalde afirma que los estudios de literatura y de género con esta perspectiva son un reflejo del camino de los enfoques en los que se ha centrado la crítica literaria feminista (2012, 14-18). La temática de éstos se ha dedicado, casi en exclusiva, a la construcción cultural de la mujer en obras escritas mayoritariamente por mujeres.

En este contexto aparece La perspectiva de género en la literatura. Ensayos de narrativa contemporánea, de Gabriel Osuna, cuya singularidad consiste en su ubicación geográfica: nace en el norte del país, donde aún hay carencia de estudios de género en el ámbito literario, producidos por investigadores consolidados, aunque sí hay tesis de estudiantes de licenciatura, maestría y doctorado sobre el tema. En este sentido, se trata de una obra que declara su origen, de manera explícita, en una necesidad ética. En palabras del autor:

El propósito principal de este libro es demostrar cómo el género implica un entendimiento particular del mundo […]. La experiencia artística por sí misma también es un método de comprensión de la realidad, y tratar de conectar el arte literario con la perspectiva de género, prueba que parte de la literatura requiere de dichos análisis para su cabal discernimiento (p. viii).

La relación intrincada entre literatura y realidad ha suscitado, desde las reflexiones aristotélicas de la mímesis en el siglo iv hasta las teorías contemporáneas sobre la ficción, cuestionamientos y posiciones teóricas innumerables que se podrían sintetizar en la pregunta: ¿de qué manera una obra literaria se relaciona con el mundo fuera del texto? Para los estudios de género, la respuesta es obligatoria si se quieren disipar las preconcepciones de los estudios formalistas malentendidos por la tradición académica literaria, es decir, la idea de que el estudio de la literatura tendría que ver exclusivamente con la atención a la forma; idea que se podría suponer ha obstaculizado un desarrollo cabal de los estudios literarios de género a escala nacional, avalados por la literatura tradicional.

En la introducción, Gabriel Osuna explicita su postura sobre la relación entre ficción y realidad:

[…] asumo que la literatura y sus constructos poéticos y ficcionales forman parte de la vida, de ese mundo que llamamos realidad pero que, a fin de cuentas, está conformado en su mayoría por relatos. De esta manera, lo que solemos llamar el mundo extraficcional termina formando parte de un universo diegético construido desde una compleja red en la que no está exenta la experiencia cognitiva del lenguaje. Esto nos hace asumir discursos de interpretación de la realidad que crean la ilusión de dominio, arraigada en lo más profundo de nuestras conciencias (p. viii).

Esta declaración se presenta como justificación para revisar las obras en las que se centra; todas pertenecen a escritores del norte del país: Inés Arredondo, Víctor Hugo Rascón Banda, Guillermo Arreola y Heriberto Yépez. No resulta fortuita la elección de los autores puesto que, según la justificación del libro, estos trabajos problematizan el mundo extratextual circunscrito al norte, pero a su vez extrapolable a otras realidades, que pone en evidencia voces normalmente silenciadas y violentadas en un contexto conservador; al hacer esto se desarticula el orden jerárquico cultural mantenido por diversos agentes en el poder.

El trabajo de Gabriel Osuna no sigue la tónica, puntualizada por Castro Ricalde sobre los estudios de literatura y género en México, y su inclinación por estudiar al sujeto femenino en obras de escritoras. Sólo el segundo capítulo, “La narración de Laura como acto creativo”, en Sombra entre sombras, de Inés Arredondo, explora elementos culturales en relación con Laura, la protagonista, en un cuento escrito por una mujer. Por otro lado, en el tercero, “Oralidad y representación de la justicia”, en Mi prima Paloma, de Víctor Hugo Rascón Banda, se problematiza la idea de justicia llevada a cabo por el personaje femenino, y los estudios de género se dirigen y entienden también a obras escritas por hombres.

Así, en los capítulos siguientes se explora no sólo la configuración de la mujer en obras escritas por hombres, sino también la configuración de las relaciones homoeróticas silenciadas por la cultura (y por el relato) en el cuarto; la estructuración de masculinidades en migrantes en el sexto, y la configuración de la memoria a través del protagonista de Fierros bajo el agua, desde voces fronterizas que escapan a la norma cultural de la heterosexualidad. Los análisis realizados en este libro exploran y estudian el género entendido como el espacio de la subalternidad habitado por todo lo que escapa a las pautas culturales construidas como normales, y que se relacionan con el deber ser “hombre” o “mujer”.

El primer capítulo se titula “Ensayo autobiográfico sobre la homofobia”; ¿qué significa esta inclusión inicial que escapa a la metodología de los demás? La respuesta en términos epistemológicos radica en la construcción del objeto de estudio. Al develar la génesis de cualquier investigación, se observa o se debería observar la subjetividad del investigador: ¿por qué se ha decantado por un tema específico? Presentar una autobiografía, que atraviesa los intereses de los análisis también constituye un acto ético que, como dice el autor, es la necesidad de la que surge el libro.

La perspectiva de género en la literatura. Ensayos de narrativa contemporánea apuesta por una concepción de lo literario más allá del objeto-libro; a través de la lectura de los ensayos se vislumbra una valoración de la literatura como una entidad cultural, que posibilita el cuestionamiento de los valores hegemónicos, por lo tanto, la literatura aparece como un discurso capaz de exponer la lógica injusta, fallida o incómoda de otro tipo de discursos dominantes. Así, el objeto literario aparece como una metamanifestación cultural con la habilidad de vigilar el funcionamiento de la cultura que lo alberga.

Los ensayos desencadenan otras preguntas que el autor deja entrever en sus análisis; más allá de la denuncia: ¿por qué esta literatura, con su complejidad estética y una posibilidad infinita de temas, elige configurar un mundo conflictivo?; ¿qué significa esta acción desde el acto escritural del autor o autora en cuestión? Se puede hacer el intento de responder que la literatura aparece como un objeto catártico, que otorga y resignifica sentido desde el acto creador. En el capítulo v aparece la siguiente declaración de Víctor Hugo Rascón Banda:

Yo escribo siempre por indignación, por humillación, cuando leo una nota roja, una noticia que afecta o que toca el tema de la justicia, de la verdad, o de un problema social. Entonces la mayoría de mis obras están basadas en procesos judiciales de personajes conocidos, o en sucesos del norte, del sur, de Estados Unidos, que me ha afectado como ser humano. […] Yo siento que soy una especie de notario, un intermediario, que da fe de lo que pasa en la sociedad. […] Hay que tener una sensibilidad y un conflicto interior, ese conflicto interior es el que nos lleva a tratar de sublimarlo a través de la escritura (p. 57).

Dicha declaración sirve no para puntualizar una lectura “biografista” de su obra ni de la literatura en general, sino para entender que el acto de creación estética atraviesa y está embebido por los mundos fuera del texto. Como lo demuestra Gabriel Osuna, a través de los análisis sobre las obras seleccionadas, el vínculo entre las problemáticas que acarrea la jerarquía de género, la orientación sexual y la posición cultural fronteriza se recrea estéticamente para una o varias posibilidades de salvación, con todo el campo semántico sagrado que acarrea esta palabra.

La perspectiva de género en la literatura. Ensayos de narrativa mexicana contemporánea inicia una reflexión formal sobre el género, dentro del campo de los estudios literarios en el norte del país. Como obra pionera, posicionada en la geografía cultural del norte, es necesario considerarla como una perspectiva académica que nace para actualizar dicho campo; a su vez funciona como un libro de difusión, tanto de los autores revisados como de las temáticas abordadas en un contexto donde el proceso de comunicación literaria parecería más lento que en el resto del país.

Bibliografía

Castro Ricalde, Maricruz. 2012. El género, la literatura y los estudios culturales en México. Estudios sobre las Culturas Contemporáneas XVII (35): 9-29.

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