Región y sociedad, vol. 31, 2019
El Colegio de Sonora
Juan Saavedra juan.saavedra@ubiobio.cl
Universidad del Bío-Bío, Chile
Casandra Rubio Carrasco cascarra@alumnos.ubiobio.cl
Universidad del Bío-Bío, Chile
Karina Valenzuela Contreras kdvalenz@alumnos.ubiobio.cl
Universidad del Bío-Bío, Chile
Víctor Balboa Jiménez vbalboa@alumnos.ubiobio.cl
Universidad del Bío-Bío, Chile
Recepción: 09 Agosto 2019
Aceptación: 28 Noviembre 2019
Fecha de publicación: 18 Diciembre 2019
Financiamiento
Fuente: International Development Research Centre
Nº de contrato: 108501
Resumen: El objetivo de este artículo es abordar los saberes locales de las mujeres que inciden en el afrontamiento de los desastres relacionados con el cambio climático. Se estudió la producción de memoria local respecto de las últimas grandes inundaciones en el Valle Nonguén en Concepción (Chile). Se examinó el modo en que las mujeres generaron respuestas adaptativas en los desastres de 2005 y 2006, tanto para sus familias como para la comunidad. Mediante un estudio cualitativo, se entrevistaron a 20 mujeres líderes comunitarias durante estos eventos. Los resultados indican que las mujeres líderes expresan roles diferenciados que surgen en el territorio, distintos de los habituales tradicionales. Si bien es un estudio acotado al caso Nonguén, sus resultados pueden compararse con otras comunidades en América Latina. El interés radica en el hecho de que las mujeres conservaron esta memoria sobre desastres, la que fue útil para enfrentar situaciones posteriores en ese territorio.
Palabras clave: memoria colectiva, mujeres, roles sociales, cambio climático, prevención de inundaciones, comunidad local, Chile.
Abstract: This article’s objective is to address women’s local knowledge, which has impact on climate change-related disasters coping mechanisms. The study involves Valle Nonguén in Concepción (Chile) local memory production associated with the last major floods. The way women created adaptive responses during 2005 and 2006 natural disasters to help their families and their community was examined through qualitative study. Interviews to twenty women who leaded community during the events were applied. Results show that women leaders express in their discourse differentiated roles, dissimilar to the traditional and ingrained. Even though the study is limited to Nonguén, results can be compared with other Latin America’s communities. Its interest lies in the fact that women were the keepers of those disasters memory, and it was helpful to overcome later similar situations in the territory.
Keywords: collective memory, women, social roles, climate change, flood prevention, local community, Chile.
Introducción
Chile es un país con una fuerte exposición a amenazas naturales con efectos sociales severos, tal como lo demuestran las numerosas ocasiones en que la historia del país ha experimentado estas situaciones, por ejemplo, la erupción del volcán Chaitén en 2008, las inundaciones en Biobío de 2005 y 2006 y el terremoto del Maule en 2010. Los estudios sobre desastres plantean que existen características sociales que determinan si un evento natural de grandes magnitudes llegará a convertirse en un evento complejo. El nivel de vulnerabilidad que tiene un territorio define esas características, ya sean indicadores de pobreza, planificación urbana, clase social, género, edad, entre otros. Las ciencias sociales están produciendo investigación aplicada sobre los niveles de vulnerabilidad que, en determinadas circunstancias, se convierten en amenazas para la comunidad. También se producen estudios sobre las respuestas que genera la gubernamentalidad (Foucault, 2007) para enfrentar estos eventos. En Chile, los estudios más recientes utilizan el terremoto de 2010 en el centro-sur del país para analizar las respuestas públicas, las privadas y las de las comunidades afectadas ante esa situación de crisis, y también examinan las estrategias de mitigación de sus efectos.
Las ciencias sociales se encuentran en un proceso reflexivo sobre temas ambientales, en el que se revisan las cuestiones culturales que se imbrican con el espacio (Bocco y Urquijo, 2013). Llanes-Burón (2003) argumenta que no todas las manifestaciones de la naturaleza, como los terremotos, los huracanes o las erupciones volcánicas, necesariamente se convierten en desastres. De la misma manera, cuando ocurre un desastre, éste no siempre es resultado exclusivo de la amenaza natural por sí sola, ya que los comportamientos humanos son un factor clave. Las personas y sus formas de construir comunidad son un factor trascendental y no puede explicarse del todo un evento desastroso si no es a partir de lo social. Por lo tanto, las dimensiones explicativas, como el género, son relevantes para la comprensión de las situaciones de desastre que afectan a poblaciones localizadas en áreas vulnerables. En la actualidad, numerosas organizaciones no gubernamentales (ONG), centros de estudio y universidades alrededor del mundo desarrollan trabajos colaborativos sobre la relación entre sociedad y medio ambiente.
En este marco, a partir de 2017, un consorcio multidisciplinario1 -conformado por un equipo de investigación de dos universidades canadienses, una ONG y cinco universidades de Colombia, Cuba, Chile y Haití- desarrolla un proyecto internacional cuyo propósito es la trasferencia de conocimiento a actores locales y equipos académicos que tenga un impacto en las políticas públicas y en la calidad de vida de ciudades latinoamericanas. La Universidad del Bío-Bío ha implementado este proyecto en la ciudad de Concepción, que se extenderá hasta 2020. De esta forma se originan investigaciones y aplicaciones técnicas sobre los temas de riesgo, asentamientos informales y liderazgo de género. Es en el último ámbito en el cual se inserta este artículo, específicamente, en el modo en que los conocimientos y las prácticas de las mujeres inciden para afrontar las consecuencias del cambio climático. Género y desastre se relacionan por los contextos ambiental, económico, sociocultural y político en los que se desarrollan los procesos de recuperación de desastres, puesto que las inequidades de género son ámbito esencial de la vulnerabilidad, que es clave para definir la intensidad del riesgo frente al cambio climático. Bórquez (2017), Castilla (2015) y Quiroga (2018), entre otros, también tratan en sus investigaciones lo anterior.
Método
En este estudio la estrategia de investigación es cualitativa, sostenida en el enfoque socio-fenomenológico. En el proceso de producción de información se utilizaron una muestra basada en tipologías teóricas de caso-tipo y una pauta de entrevista en profundidad, para cuya selección de informantes el equipo de investigación privilegió a mujeres líderes del territorio que tuvieron participación de gestión dentro de la comunidad en al menos una de las últimas inundaciones severas que afectaron el barrio (2005 y 2006) y que están dispuestas a entregar su testimonio. El propósito de la técnica de producción es reconstruir de modo minucioso la experiencia del otro (Robles, 2011), a partir de tematizaciones en torno a: la reacción de las mujeres ante estas emergencias, las tareas que asumieron en el momento de resolver las situaciones derivadas del desastre y su liderazgo en la búsqueda de soluciones, entre otros tópicos.
El diseño de la investigación es descriptivo, a través de la estrategia de inducción para producir, analizar y codificar datos. Lo último se realizó con el apoyo del software de análisis cualitativo Atlas/ti. Durante el proceso de investigación -de junio a diciembre de 2018- se entrevistó en profundidad a 20 mujeres de entre 30 y 60 años, a partir de los siguientes criterios de inclusión: a) mujeres pobladoras de Valle Nonguén que hubieran vivido al menos una situación de desastre-socionatural relacionada con el agua; b) mujeres que desempeñaron roles de liderazgo formal e informal en organizaciones comunitarias en el territorio.
Las entrevistas cuentan con resguardo ético, que asegura la confidencialidad de la información, con la finalidad de no perjudicar la intimidad de las mujeres que aportan sus discursos para el desarrollo de esta investigación. La técnica de producción de datos se realizó mediante un conjunto de entrevistas semiestructuradas, cuya pauta la validó el juicio de expertos de la Universidad del Bío-Bío, tanto en método como en aspectos socio-comunitarios. Para efectos de análisis de datos del estudio, se utilizaron procedimientos de inducción analítica, según el enfoque de análisis en progreso propuesto por Taylor y Bogdan (1998). Así, se pudo ordenar el proceso en tres momentos (descubrimiento, codificación y relativización), encaminados a obtener matrices de comprensión en profundidad de los escenarios o de las personas que se estudian.
La investigación responde además a criterios de rigor (juicio de experto) y de adhesión a buenas prácticas de investigación, que incluyen la confidencialidad de los datos y de las identidades de las informantes del estudio. En términos metodológicos se construyó un corpus que muestra el valor histórico local que las mujeres expresan. Finalmente, el estudio produce textos a partir de los discursos de las mujeres entrevistadas.
Género y desastres de origen natural
Las prácticas, los ritos y los conocimientos informales son un interesante punto de observación en el caso del territorio del Valle Nonguén en Concepción. Las culturas de género en la sociedad chilena se configuran sobre roles específicos y tradicionales, que, si bien a lo largo del tiempo han sufrido trasformaciones, siguen sosteniéndose en circuitos de degradación y de falta de reconocimiento a las mujeres, aunque a partir del siglo XX hay un giro importante en esta materia. Aún existen campos específicos de persistente desigualdad de género, como, por ejemplo, frente a la gestión de emergencias y desastres. Fernández y Dema (2018) señalan que la aparente neutralidad de la gestión de desastres de origen natural es muy cuestionada a partir de la década de 1990, cuando los organismos internacionales comenzaron a debatir seriamente sobre la incorporación de los enfoques de género en los instrumentos de gestión de riesgos y recuperación de desastres.
Las identidades de género orientan los comportamientos de hombres y mujeres e implican capacidades, habilidades, oportunidades, conocimientos, necesidades e intereses distintos; por lo tanto, también comprenden vulnerabilidades y capacidades diferentes. Puesto que la vulnerabilidad se expresa ante las amenazas, con los enfoques tradicionales de los desastres, se espera que hombres y mujeres actúen frente a ellas de acuerdo con la división sexual del trabajo y con los roles de género constitutivos de las acciones. Las necesidades e intereses de género llevan a formulaciones distintas sobre el modo de enfrentar el riesgo y la vulnerabilidad. Lo mismo sucede con la definición de los mecanismos de adaptación a partir de las habilidades y de las capacidades construidas en lo social, ya sea en hombres o en mujeres (Soares y Murillo-Licea, 2013). Gaillard, Sanz, Balgos, Dalisay, Gorman Murray, Smith y Toelupe (2016) critican la forma binaria en que se trata la cuestión de género en las investigaciones y en las políticas sobre desastres.
Debido a la cercanía de las mujeres al ámbito doméstico, la esfera de sus actividades abarca las relaciones intra e interfamiliares, en oposición a las del hombre, que se desplaza en un ámbito más público y político de la vida social, aspecto que Saldaña (2018) ha tratado recientemente. Hace un par de décadas la reconocida investigadora Sonia Montecino indicó, con base en los antecedentes provistos por la historia, que se ha producido una identificación del hombre con el interés público, mientras que a la mujer se le identifica con la familia y con algunos asuntos sociales particulares (Montecino, 1997). Las tareas reproductivas y comunitarias asumidas principalmente por las mujeres se incrementan en situaciones de desastre. Se incrementan los tiempos dedicados a la preparación de alimentos, a la búsqueda de agua, a la higiene de las personas, a la manutención de la vivienda y a la atención de personas enfermas. Tal como sucede en la cotidianidad, debido a esta carga extraordinaria, después de un desastre las mujeres conservan menor libertad de movimiento y menor tiempo disponible para buscar trabajo o generar ingresos. Los enfoques teóricos sobre la separación de los roles de género sostienen esta posición (Sainsbury, 1999).
Otros estudios clásicos en la materia han expresado que las respuestas diferenciadas son producto de las relaciones de género que intervienen en el rol que toman las mujeres frente a los desastres. La división genérica del trabajo hace que las mujeres se encuentren a la vanguardia en cuanto a su respuesta en los momentos de crisis extrema y, a la vez, con respecto a que sean proveedoras a largo plazo para los miembros de la familia afectados por el desastre. En la línea propuesta por Fernández y Dema (2018), las mujeres ayudan a las personas y las mantienen saludables y fuertes, lo cual reduce la vulnerabilidad de los territorios expuestos a amenazas naturales. Además, son las mujeres que ejercen este rol -sin esperar que sean remuneradas o no- las que se encargan de la contención emocional durante el trascurso de la emergencia.
Es importante identificar aquellos puntos de vista que sólo ven a las mujeres en un rol de madres o de cuidadoras, pues inciden en su invisibilización en el plano de la decisión de la política del desastre, en la opinión pública e incluso en la de sus propias necesidades específicas. Por ejemplo, aunque los enfoques de género han incorporado de manera progresiva aspectos relativos a la salud sexual y reproductiva de las mujeres a los planes de emergencia, la atención suele ser insuficiente (Chaudhary, Vallese, Thapa, Alvarez, Pradhan, Bajracharya y Goyet, 2017). En esos diseños de intervención no se prevén estrategias para la atención de situaciones de violencia sexual ni doméstica, a pesar de que esas situaciones se incrementan en los albergues y refugios después de un desastre y traen como consecuencia el incremento de embarazos y mayor dificultad para implementar medidas de anticoncepción (Rodríguez y Cueto, 2018). Estos y otros estudios cuestionan las lógicas androcéntricas instaladas frente a los desastres, e identifican multiplicidad de fenómenos que dialogan sobre el concepto de género. En este sentido, los enfoques críticos abordan cuestiones relativas a los espacios de desplazamiento, de seguridad y de intimidad, en los cuales se han podido registrar fuertes desigualdades de género, amparadas por los entramados sociopolíticos de corte neoliberal en los que se define la gobernanza de la emergencia en situaciones de desastre.
Las desigualdades de género son visibles en una forma particular de riesgos naturales de tipo hidrometeorológico asociados al cambio climático. Para Nagel (2016), el cambio climático se produce cuando los valores promedio del clima cambian y su variabilidad aumenta durante un periodo de 30 años a partir de la medición, “rompiendo récords, excediendo los valores superiores e inferiores, o variando de nuevas maneras de las observaciones pasadas: máximos más altos anteriores o posteriores, o mínimos más bajos, más eventos meteorológicos frecuentes o menos frecuentes” (p. 9). En el caso específico de Chile, se observa que en los últimos años se produce una sostenida disminución de las precipitaciones anuales, pero con una acentuación de eventos intensos y puntuales de fuertes lluvias (Bartón e Irarrázaval, 2016). Esto conduce a un contexto paradójico en el que conviven largas sequías y calurosos veranos con cortos periodos de tormentas e inundaciones.
Por esa razón, el cambio climático constituye un problema social complejo, de insospechadas consecuencias para la vida de la población (Welz y Krellenberg, 2016). El cambio climático constituye una preocupación para la comunidad científica internacional y abarca multiplicidad de abordajes disciplinarios y trasdisciplinarios. La particularidad de Chile en este contexto se enmarca, por ejemplo, en el descenso sistemático y vertiginoso de las precipitaciones (Henríquez, Aspee y Quense, 2016). Estudios recientes se han aproximado a esta situación y dan cuenta de los alcances económicos, políticos y sociales del cambio climático en este país sudamericano. Es importante, por lo tanto, valorar las estrategias y las capacidades de las mujeres junto con sus respuestas y actuaciones en situaciones desastrosas. Las mujeres han desempeñado papeles más relevantes en grupos emergentes, pero esto se ha desarrollado sobre bases temporales e inmediatas, y necesita planearse para ofrecer facilidades e implementación como parte del proceso del manejo de los desastres.
El cambio climático produce efectos notables en los grupos afectados de forma directa. Para Sörlin y Lane (2018), la construcción de la historia del cambio climático refiere dos líneas argumentales: una que revisa las bases científicas e intelectuales de los sistemas climáticos; la otra, que identifica en las sociedades humanas el motor del cambio histórico. La historia social del cambio climático resulta considerable para comprender el modo en que los asentamientos territoriales han encarado los desafíos climáticos en el pasado. En el caso de Nonguén nos referimos a una comunidad que desde 1960 se asienta en dicho territorio de modo efectivo. Entender este asunto es primordial para escalar políticas de abajo hacia arriba, con el fin de optimizar la toma de decisiones con respecto a los efectos locales del cambio climático. Es importante rescatar las experiencias de las lideresas al afrontar el desastre en Nonguén, de modo tal que sus narrativas y prácticas emergentes de los territorios afectados por crisis climáticas relacionadas con el agua puedan analizarse de manera sistemática. La investigación consiste en determinar las vulnerabilidades sociales que este territorio presenta en relación con los riesgos-amenazas que ha enfrentado en el tiempo. En esta investigación sobre las últimas grandes inundaciones en el Valle Nonguén en la ciudad de Concepción se busca comprender el modo en que las mujeres producen sus respuestas adaptativas frente a los eventos de 2005 y de 2006, tanto en forma personal como comunitaria.
Resultados de investigación
Contexto socio-espacial del estudio
Concepción es un área metropolitana del sur de Chile, de más de un millón de habitantes, y en la actualidad capital de la Región del Biobío. Varios eventos que constituyen desastres expresan las características y las magnitudes que a través de la historia de la ciudad han entregado las particularidades del territorio y la cultura de sus habitantes. Por ejemplo, su actual emplazamiento corresponde a la relocalización luego del gran terremoto y posterior tsunami de 1751.
El Valle Nonguén se localiza en el área urbana de Concepción, territorio que posee particularidades y características específicas, como las naturales de forma singular y que determinan las dinámicas sociales. Entre ellas están cerros, valles, vertientes, cursos de agua y bosques que producen un territorio biodiverso en especies, varias de ellas endémicas. El curso de agua más importante del sector -el estero Nonguén- tiene 15 kilómetros de longitud y 44 kilómetros cuadrados de superficie hidrográfica. La parte alta, donde comienza su afluente, se encuentra bien conservada, lo que presenta una marcada diferencia con sus últimos tramos, que se utilizan con fines domésticos antes de desembocar en el río Andalién. De acuerdo con los datos del censo de 2017 del Instituto Nacional de Estadísticas, el área de estudio cuenta con 9 741 habitantes, de los cuales 59.49% son mujeres. Sin embargo, la principal área corresponde a un sector específico del Valle Nonguén inundado en 2006 que, según Ascui, Muñoz y Sáez (2007), afectó directa e indirectamente a unas 635 familias.
En cuanto a los aspectos socioculturales, la vida en Nonguén ha estado sin duda marcada por su estero, y no sólo como un símbolo natural propio, sino también porque en torno a este curso de agua se han desarrollado diversas actividades a la largo de la historia de la población. En la década de 1960 los habitantes comienzan el poblamiento regular del territorio, localizándose cerca del curso de agua. Las primeras familias residentes en Nonguén disfrutaban de un estero limpio y apto para el baño. De acuerdo con el relato de los habitantes más antiguos, antes de que estuviera canalizado el curso de agua, las mujeres lavaban la ropa en su orilla. En esta misma narración se indica que hasta la década de 1990 las familias aún disfrutaban de un entorno privilegiado de áreas naturales. Sin embargo, el cauce del estero Nonguén ha sido constantemente intervenido, y se ha ocupado el espacio disponible para instalar viviendas y equipamientos de acuerdo con el plan urbano y a como se fue poblando el sector de manera espontánea, con la localización de asentamientos irregulares en los márgenes del curso de agua. Además, las características naturales del Valle hacen que este territorio sea un ambiente propenso a inundaciones, las que han puesto a prueba a la población en diversas ocasiones y han generado pérdidas sociales y económicas para las familias que habitan el sector.
No obstante, la condición de vulnerabilidad y la historia del sector sobre los desastres climáticos relacionados con el agua no han significado una necesidad de reconocimiento de los instrumentos de planificación de la ciudad, por su particular susceptibilidad a las inundaciones, ni tampoco ha habido respuestas específicas de mitigación de los daños, cuyas resoluciones hayan sido producidas adaptativamente por los residentes del territorio. Hay que tener en cuenta que, según los relatos de pobladores más antiguos, existen narraciones orales sobre inundaciones desde los primeros asentamientos en 1965.
Las características naturales de este territorio exponen Nonguén a distintas amenazas naturales, estén vinculadas a las condiciones topográficas o a condiciones meteorológicas de la región del Biobío en Chile. Las vulnerabilidades de la población de acuerdo con el sexo o género están consideradas en la observación del territorio. Como se dirá más adelante, hay escasos registros legitimados de los relatos de las mujeres que configuren su vivencia frente a las situaciones de emergencia comunitaria. Con respecto al estudio de eventos catastróficos ocurridos en la zona de Nonguén, los hallazgos encontrados poseen un enfoque sobre todo geográfico. Vidal y Martel (2007) mencionan que en la actual área metropolitana de Concepción existen grandes zonas afectadas por eventos pluviométricos. Una de ellas -que incluye el Valle Nonguén- se localiza al sureste de la ciudad de Concepción y comprende los sectores Collao, Huáscar, Los Lirios, Valle Nonguén y Palomares. Dichas áreas han sido afectadas, a lo largo de la historia, por inundaciones y anegamientos provocados por los desbordes del estero Nonguén y del río Andalién. Entre los factores que explican la ocurrencia de las inundaciones en este territorio, figuran la topografía y la morfometría de pendientes, características geomorfológicas y sedimentológicas del entorno del lecho que sufre la crecida, la influencia antrópica en las riberas de los cursos de agua, la intensidad de la lluvia y el estado de la cuenca de drenajes, entre otros. Aquí, las características de los tipos de variabilidades geográficas y los factores que explican la ocurrencia de las inundaciones de las zonas afectadas carecen de análisis social del desastre como una variante trascendental de la ocurrencia de cada uno de los eventos registrados.
En cuanto a los factores que contribuyen a formar los desastres, se concluye que el sitio de emplazamiento del Gran Concepción presenta repetición de desastres naturales dadas sus características climáticas, geomorfológicas e hidrográficas. A ello se suman los factores antrópicos, que incrementan e intensifican los riesgos como consecuencia de una urbanización que ignora la capacidad de acogida del territorio. En varios sectores de Concepción se urbaniza sin considerar las características del soporte físico en la asignación de usos ni la forma como se interactúa con el sitio natural donde se instalan las viviendas cuya creciente ocupación es consecuencia de su expansión futura.
En este sentido, los residentes han reconocido que el área aledaña al estero Nonguén es un sector de alto riesgo de inundación fluvial debido al crecimiento y a la densificación en esta parte de la ciudad. La rápida descarga fluvial del estero se relaciona estrechamente con la duración y la intensidad de las tormentas (temporales de lluvia) y el tamaño de la cuenca.
En el caso particular estudiado, el acervo histórico y social permite sostener que las diferencias de género están determinadas por los roles asignados. Las entrevistas a las mujeres señalan que de forma semejante a otras experiencias poblacionales chilenas, las mujeres tradicionalmente han estado ligadas a las tareas de cuidados y reproducción, mientras que los hombres han estado a cargo de las tareas de producción. Esta diferenciación cultural hace que las mujeres estén limitadas a permanecer en la esfera de lo privado, mientras que los hombres de este territorio tienen la oportunidad de vincularse con la esfera de lo público.
[a trabajar] mi papá salió de la casa a las 7:00 de la mañana de la casa y a las 7:30 la villa ya estaba inundada. Todos salimos de vuelo para acá, caminando, descalzos, con lo que podíamos al hombro. Igual yo con mi guagua [bebe], tenía un año, estaba chiquitito, para irme a Talcahuano donde mi antigua casa […] (Pobladora, Valle Nonguén)
En la búsqueda de las respuestas a las consecuencias sociales de los desastres naturales, encontramos estudios realizados después del terremoto y el tsunami en Chile. En ellos se evidencia que las mujeres tienen respuestas diferenciadas frente a estas emergencias (Moreno, 2018). Los estudios realizados sobre la organización de las mujeres al buscar soluciones dejan aún más en evidencia que sí existe un protagonismo clave. Saborido (2011) señala que las mujeres con quienes ha trabajado -Región del Maule y Biobío- demuestran capacidades no sólo de sobreponerse a las dificultades de la situación, sino, además, de aprovechar sus aprendizajes como una oportunidad tanto para cuestionar su posición de género en la sociedad como para empoderarse.
Magaña Frade, Silva-Nadales y Rovira Rubio (2010) refieren investigaciones en las que se estudia la relevancia del lugar que ocupan las mujeres en la colectividad y la densidad psicosocial de su accionar. Ejercen un rol protagónico en las comunidades afectadas para organizar a sus grupos familiares, en función de la protección de los hijos, como también para huir del peligro, buscar alimentos, dar soporte afectivo a otros y apoyar la organización requerida para la situación de catástrofe.
El análisis de las respuestas de las mujeres tras eventos climáticos particulares relacionados con el agua y sus cursos constituye un conjunto de procesos relevantes para la gestión comunitaria de los desastres. La forma en que se construye un territorio en riesgo en torno a un fenómeno natural peligroso tiene, por lo tanto, niveles de vulnerabilidad que considerar para la creación de formas de mitigación, entendida esta última como las acciones de anticipación a los efectos del desastre para disminuirlos. Por eso es necesario comprender la relación entre las vulnerabilidades territoriales y el género como categoría social para las acciones de reducción de riesgo en un territorio susceptible a desastres naturales como Nonguén.
Los estudios que abordan las respuestas a los desastres de origen natural no están ajustados para entender la forma en que las mujeres se enfrentan a estos sucesos, pues en general no consideran sus relatos, sus experiencias o sus niveles de vulnerabilidad por el solo hecho de ser mujeres. En este sentido, nos encontramos en este campo con cierto patrón histórico que invisibiliza el rol de las mujeres en la sociedad (Sant y Pagès, 2011). En el caso del Gran Concepción, como en otros lugares de Chile, la construcción de la memoria del desastre está vinculada a la ocurrencia de terremotos, pero también esta construcción de memoria no visibiliza a las mujeres ni sus roles en las respuestas frente al desastre.
Roles y tareas: organización de las mujeres que pueblan Nonguén
En las entrevistas, las mujeres evidencian cómo se han organizado frente a la susceptibilidad del territorio a las lluvias y desbordes del estero Nonguén. Es aquí donde se identifican respuestas diferenciadas en distintos momentos del desastre, las que han servido para el aprendizaje y de mecanismos comunitarios para la mitigación y respuesta a los riesgos de futuras inundaciones. En la Tabla 1 se muestran algunos fragmentos de entrevistas. Están divididos para efectos de análisis en tres momentos: a) el inicio de la emergencia; b) las actuaciones durante ella; y c) relatos que aluden a las actuaciones tras el evento.
Para describir las formas en que las pobladoras afrontaron la situación, las tareas y los roles que asumieron, se organizaron los discursos en tres momentos. El primer momento corresponde a la reacción de las mujeres recién ocurrido el desastre, que en la memoria oral se expresa con la inundación de las viviendas y de las áreas de equipamiento comunitario existentes en el barrio. En este punto, es interesante registrar los roles que ellas mismas tuvieron que asumir. Con respecto a los eventos de 2006, por ejemplo, el relato tiene como punto común relevante la crecida del estero y el paso del agua por las viviendas. Las tareas de la comunidad, según se expresa en los relatos, se relacionan con la atención a las consecuencias inmediatas del desastre y son acciones que socialmente están divididas y se asignan a las mujeres: la contención, la protección de los hijos, la limpieza y las tareas en el ámbito del hogar, en una esfera privada y dentro del círculo familiar.
En ese sentido, las pobladoras se destacan en el cumplimiento de esas tareas, que son imprescindibles para atenuar los efectos del desastre y además ayudan a retornar a la cotidianidad en menor cantidad de tiempo, reduciendo el riesgo de mayores daños, por ejemplo, el contagio de enfermedades. La búsqueda de la pronta vuelta a la normalidad del espacio genera la oportunidad para que las mujeres cumplan tareas y se desenvuelvan ahora también en el ámbito comunitario.
Es que cuando viene todo este asunto, bajaba todo el cemento y se tapaba; y era palear, palear y palear para sacar la tierra de nuevo para cuando volvieran a venir las aguas que estuviera limpio. (Pobladora de Valle Nonguén, 2018)
[…] húmedo, sí, pos todo barro que tuvo que entrar, barro por todos lados, pero no ayuda. Me acuerdo que después parece que hicieron una campaña por los ratones, que pasaron repartiendo cuestiones pal veneno, pero no. (Pobladora de Valle Nonguén, 2018)
El segundo momento que marcan las entrevistas es la actuación durante la emergencia. Para las mujeres, las principales tareas del cuidado de lo doméstico ya están asumidas y distribuidas, como la limpieza del espacio de convivencia familiar. Se tiene un mayor grado de claridad respecto de las necesidades inmediatas del grupo familiar, y aparecen indicaciones respecto de las cuestiones de la vida comunitaria. Se trata, como se dijo antes, de un sector popular, construido gracias al trabajo de los pobladores que fundaron el barrio en la década de 1960. La necesidad de las pobladoras del sector fue acercarse al territorio para explorar las redes que pudieran existir, con el objeto de conseguir lo necesario para suplir las carencias. Las mujeres se acompañan para cubrir las necesidades básicas, como alimentos o materiales de construcción y también para gestionar ayuda externa para el territorio.
Las mujeres se acercan a los espacios comunitarios, a las juntas de vecinos, como primera red de apoyo. En las emergencias de los años 2005 y 2006 estas organizaciones se encargaron de administrar la entrega de ayuda. Cuando las sedes de las organizaciones se convierten en centros de acopio de alimentos y otros enseres, se les reconoce como puntos obligados de encuentro, lo que facilita los vínculos entre mujeres habitantes del mismo territorio. Aquí se inicia la revelación de algunas respuestas adaptativas de las mujeres que tienen que ver con la organización territorial para conseguir el acceso a las redes estatales o privadas de ayuda y atenuar los daños del desastre.
[…] la asistente social vio mi caso que yo le dije. Vino a comprar […] y yo le dije: “Señorita, ¿por qué no me entrevista a mí ahora? Ella me dijo: “Yo tengo la otra manzana; mi otra colega tiene que pasar aquí”, y como yo tenía negocio, que yo no necesito; y no es así la cosa, no más. (Pobladora de Valle Nonguén, 2018)
Un tercer momento en los relatos de las mujeres es el que se registra tras el desastre. Este lapso en la reconstrucción de memoria oral es cuando se generan y se articulan los espacios para la convivencia comunitaria. La coordinación, tanto práctica como experiencial, constituye un activo organizacional que las mujeres del barrio acumulan y aparece como nuevos liderazgos locales a partir de la situación de emergencia de 2006. Reconocerse entre pobladoras permite la coordinación básica de las diversas acciones de organización, manifestadas a través de grupos culturales, agrupaciones de mujeres (centros de madres o comités de mejoramiento). Las mujeres son quienes aportan el mayor número de miembros a este acto de organización territorial. Esos espacios proporcionan información para la disminución de los riesgos de desastre. Si bien no es posible aseverar que en Nonguén los liderazgos son en su mayoría de mujeres, sí se puede indicar que existen mujeres organizadas y lideresas en los movimientos comunitarios que surgen después de los desastres ocurridos en 2005 y 2006 en la localidad y que persisten en la actualidad.
Las mujeres partieron desde ahí, desde ese fenómeno. Para qué te digo, después del terremoto las cuestiones estaban instaladas, las mujeres se hicieron cargo de movimientos sociales acá en la villa. Ellas presiden y juntan; están los grupos esperanza, los comités de la vivienda, comité de adelanto, comité de la entidad es otra. (Pobladora de Valle Nonguén, 2018)
Considerando el amplio registro de eventos climatológicos relacionados con el agua, debido a la alta susceptibilidad de ese territorio a las inundaciones, se reconoce en las pobladoras del Valle Nonguén la capacidad de afrontar este tipo de eventos y de ir replicando aprendizajes obtenidos en experiencias anteriores. También surge una crítica al liderazgo masculino histórico, pues se le asigna cierta desconexión con las premuras de los hogares y de las propias mujeres. En el espacio del hogar, cuando la emergencia pasa y se deben reparar los efectos causados por las inundaciones, la figura masculina del liderazgo se fragiliza. En la línea de la reconstrucción emocional después del desastre, emergen lideresas que asumen la tarea de rehacer la comunidad, basadas en redes de reciprocidad y en los efectos derivados de la proximidad del barrio.
[…] yo me imagino que Juan José en ese tiempo habrá doblegado, habría doblado, doblado los esfuerzos para que la gente fuera atendida [...] Pero[...] estamos hablando del tema de remedios, controles, atenciones médicas, porque eso fue entre junio y julio. No recuerdo bien una fecha exacta donde el frío te mueres, la humedad y tú sabes que la fábrica nunca se detiene, que pide leche, mamaderas y pañales. (Pobladora de Valle Nonguén, 2018)
El presidente [estaba] aquí en la población, pero nunca ayudó en nada […] Una vez nos dieron […] ¿Qué fue, qué vino a dejar? [Piensa]. Una bolsa con cloro y detergente, y nada más. (Pobladora de Valle Nonguén, 2018)
Posterior a los dos últimos episodios de inundación fluvial, se identifica en las mujeres de Nonguén un precedente de la organización comunitaria para actuar frente a los desastres naturales en su territorio, debido a que la comunidad cuenta con conocimientos y capacidades instaladas que le permiten enfrentar situaciones de desastre, ya sean incendios, inundaciones o incluso el terremoto de febrero de 2010.
La participación de las mujeres en la preparación de la comunidad ante los eventos climáticos genera nuevos espacios organizacionales que se visibilizan en dinámicas de aprendizaje territorial a escala local. De acuerdo con los relatos analizados, la posición de las mujeres líderes también fortalece la gestión post desastre en Nonguén. Prueba de ello es el bajo impacto que se expresa en el relato de los vecinos en general, durante el terremoto de 2010. Esto es así porque, según los datos producidos en las entrevistas, en la comunidad de Nonguén, y sobre todo en la memoria organizacional de las pobladoras, se conservó un saber local que les permitió hacer frente a futuras situaciones de desastres. Incluso, según los relatos, habitantes de otros sectores aledaños a Concepción concurrieron a abastecerse de agua e insumos. Los residentes de Nonguén, en este sentido, fueron ejemplo de organización comunitaria.
Sí. Sí habíamos tenido inundaciones anteriores pero que este terremoto fue una cosa mucho más grande que una inundación que sufrimos la gente de acá de Nonguén, no así el terremoto que lo sufrió todo Concepción, toda la octava región. Y las ventajas que tuvimos nosotros fueron muchas ante que otros vecinos y ahí de nuevo tuvimos que organizarnos con los vecinos. (Pobladora de Valle Nonguén, 2018)
También surge en las entrevistas un acervo de experiencias relevantes en las actuaciones posteriores al momento más crítico del desastre. En cuanto a los dos eventos climatológicos más importantes ya mencionados, y la suma de eventos climáticos menores relacionados con el agua y su curso, las entrevistadas señalaron que los aprendizajes adquiridos marcaron hitos sobre la forma en que la comunidad de Nonguén se organiza en el territorio. Las pobladoras locales tomaron iniciativas comunitarias con el fin de reducir el riesgo ante los desastres. Estas respuestas adaptativas se deben en gran parte al rol que desempeñaron las mujeres pobladoras del territorio, el cual reconocieron otros agentes locales, funcionarios y técnicos del gobierno local.
Aquí se dio la emergencia, se dio la inundación, se dio la tierra y eso aquí se ha visto pesado, sobre todo la gente que construyó en pendiente, porque esa gente tuvo que empezar a invertir para hacer un muro y un muro bueno; o sea, estamos hablando de un muro de piedra, un buen muro que soportara la lluvia y todo lo demás. Y ahí vino el tema del terremoto [d]el 2010, que ésa fue la gran prueba de fuego. (Pobladora de Valle Nonguén, 2018)
Una síntesis de los hallazgos obtenidos en el análisis de las entrevistas se expresa en la Figura 1.
Discusión
Los datos obtenidos dan cuenta de la importancia de la actividad coordinada y organizada de las mujeres frente a las consecuencias del cambio climático en la vida de las comunidades localizadas en zonas vulnerables. Las comunidades como Nonguén tienen la propensión de afectarse por las consecuencias del cambio climático, lo que las obliga no sólo a recurrir a planes extracomunitarios (por ejemplo, el Plan Nacional de Emergencia) para saber cómo encarar futuras situaciones de desastre, sino, sobre todo, a apelar a los conocimientos y a las capacidades que adquirieron de su propia experiencia. “Como se sabe, los fenómenos extremos relacionados con el clima reducen la posibilidad de satisfacer algunas de las condiciones básicas para conservar la salud, como contar con agua potable, vivienda segura, aire limpio y disponibilidad de alimentos” (Díaz, 2018, p. 3).
No hay apreciación de discursos de poder binarios ni de una contraposición de respuestas adaptativas, ya que el objetivo es conocer el relato de las pobladoras sobre las experiencias sociales frente a los desastres. Por lo tanto, cuando el estudio tiene carácter histórico y de reconocimiento de memoria, el análisis con perspectiva de género no respondería necesariamente a la importancia trasformadora que tiene visibilizar los discursos, tal como lo plantea Scott (2007). Más bien, se refiere a la configuración de roles adaptativos, que no responde a un único y totalizante rol patriarcal que llega a subyugar de manera permanente a las mujeres en un espacio local determinado.
Un aspecto interesante en las experiencias analizadas es la capacidad de aprendizaje territorial que opera en el proceso de confrontar situaciones de desastre en el Valle Nonguén. Si bien este concepto es propio de la economía regional (véase Vásquez-Barquero, 2007), es posible comprender los procesos liderados por mujeres en Nonguén como una expresión comunitaria del aprendizaje territorial basado en la experiencia compartida, que permite, entre otras, desempeños coordinados ante eventos mayores, como ocurrió después (el terremoto de 2010). Este aprendizaje local modulado por las mujeres de Nonguén está en la base de las prácticas antes descritas en el estudio. Este aspecto es interesante, pues denota el uso de la memoria como un sustrato comunitario relevante, toda vez que las mujeres de Nonguén se interesan en conocer y mantener el pasado para aplicarlo a situaciones futuras, aspecto tratado por Grey y Oliver (2004). Al respecto, la propuesta de gestión del talento territorial de Delgado-Barrios (2017) destaca la potencialidad política de la acumulación de conocimiento territorial, toda vez que están en juego las capacidades de liderazgo y de comunicación con efecto en la constitución de prácticas y consensos locales. Sin embargo, esas propuestas sobre el aprendizaje territorial no distinguen de modo relevante el rol de las mujeres en esos procesos, lo que a juicio de los investigadores del presente estudio representa una omisión importante, considerando que las mujeres son en general las más afectadas por los desastres de origen natural (Sikandar y Khan, 2019). En este sentido, el trabajo de Ulloa (2012) recoge de mejor forma la relación entre aprendizaje territorial y el rol de las mujeres. En el caso específico, la autora antes mencionada reflexiona en torno a las mujeres indígenas y sus procesos de adaptación al cambio climático. Si bien el asunto intercultural no representó una dimensión sustancial en el estudio realizado en Nonguén, no es posible separar sus consecuencias atendiendo sólo al mestizaje propio de la cultura popular chilena, sino también a la presencia del pueblo mapuche en el área territorial de influencia del Gran Concepción. Para Ulloa es clave, además, que frente al cambio climático es posible observar una creciente multidimensionalidad de la desigualdad que viven las mujeres. Lo que también se observa en los discursos de las entrevistadas en Nonguén.
De todos modos, esta cuestión produce observaciones a través de los enfoques críticos de la gestión de desastres. Nagel (2016), por ejemplo, señala que las políticas y los instrumentos de gestión canalizan recursos inmensos hacia la población, sin hacer distingos de género en esta distribución. Sobre este punto, la historia local no necesariamente invisibilizó el papel que las mujeres desempeñaron durante las emergencias hidro-meteorológicas en el territorio de Nonguén. Pero, tanto en lo observado en las organizaciones tradicionales del territorio (por ejemplo, las juntas de vecinos) como en diversas fuentes oficiales, las aportaciones al liderazgo y al trabajo comunitario realizadas por las mujeres no han sido valoradas en su justa medida. En parte, la cuestión de la invisibilidad histórica de las mujeres planteada por Sant Obiols y Pagés (2011) coloca el análisis de la investigación en sintonía con una perspectiva que localiza a las mujeres no en roles marginales o secundarios, sino en un desplazamiento permanente entre la centralidad y la frontera, que responde más bien al patrón cultural de producción-reproducción en el que se han configurado las relaciones de género en América Latina, tal como lo señala Vázquez (2018). Este asunto no resulta trivial, sobre todo cuando se espera que las cuestiones relacionadas con los efectos del cambio climático copen las agendas de la política pública de las próximas décadas. Por ello, los enfoques que integran las dimensiones de género en la gestión de riesgos contribuyen a la visibilidad de las mujeres. Éste es el caso expresado en la investigación de Ruiz-Meza (2014), que diferencia las percepciones de riesgo entre hombres y mujeres, lo que puede abrir un debate en las políticas públicas del continente sobre este asunto.
Con todo, en línea con los planteamientos de Marchezini (2015), en la gestión de la emergencia se tiende a uniformar el ejercicio del poder desde posiciones estratégicas que favorecen determinado tipo de constructo neoliberal. En este sentido, los resultados de la investigación identifican esta segmentación de género que ubica el rol de las mujeres en un esperado rol privado. Por ello, en general, las descripciones y los relatos oficiales sobre los desastres no reconocen el papel de las mujeres en la gestión local-comunitaria de las emergencias en el Valle Nonguén de los años 2005 y 2006. Sin embargo, la tradición oral de la comunidad y el despliegue relacional originado por el liderazgo de las mujeres está presente en los discursos de las entrevistadas como parte de un reservorio de aprendizaje territorial que puede resultar clave frente a futuros y probables eventos ligados a los desastres derivados de inundaciones y eventos climáticos extremos. En este sentido, se expresan Gaillard, Sanz, Balgos, Dalisay, Gorman Murray, Smith y Toelupe (2017). Argumentan que la dicotomía hombre / mujer es una construcción cultural insuficiente para abordar las dimensiones de género de un desastre.
Sin ir más lejos, existe un creciente reconocimiento de la posición de las mujeres para encarar situaciones de desastre. Así, los resultados de la investigación dialogan con estudios, como el que Figueiredo y Perkins (2013) condujeron. Para las autoras, es necesario considerar a las mujeres en la provisión de soluciones para las situaciones de emergencia relacionadas con el cambio climático y sus potenciales efectos en países más pobres. No sólo por las cuestiones éticas respecto de la población más susceptible a padecer los efectos de fenómenos meteorológicos extremos, sino también para atender el acervo de conocimientos territoriales, ecológicos y político-locales que las mujeres han acumulado durante años.
Los resultados de la investigación dan cuenta de la relevancia que tienen los enfoques de género aplicados al razonamiento político sobre el cambio climático y sus repercusiones en asentamientos humanos localizados en áreas vulnerables. Los resultados están en línea con los esfuerzos comprometidos en el proyecto colaborativo internacional que cobijó al equipo de investigación, especialmente por el carácter relacional implícito en la idea de comunidad que emerge en los aprendizajes territoriales pesquisados. En este sentido, el examen de los tres momentos en que se estructura el posicionamiento de liderazgo de las mujeres en Nonguén puede ilustrar la forma en que se gestiona localmente la emergencia por medio de redes de vínculos basados en la reciprocidad, en la conversación cara a cara y en la tradición barrial y familiar.
Conclusiones
Las mujeres del Valle Nonguén, debido a las experiencias vividas en las inundaciones y terremotos, han incorporado en su biografía los modos de enfrentar los problemas provocados por los desastres naturales en su territorio. Este aprendizaje es proyectivo, pues se extiende desde la experiencia más cercana de la protección y el cuidado familiar hasta la organización específica de la comunidad en torno a la recuperación post desastre. La existencia de ese relato, propio de su memoria personal, permite la acumulación de sus experiencias y el desarrollo de capacidades específicas de liderazgo local en los procesos de restructuración de la normalidad. En este sentido, ante la pregunta de investigación sobre el modo de producción de memoria territorial en torno a dos inundaciones que afectaron esa zona del Gran Concepción en Chile, se estableció que el relato de las entrevistadas se sostiene en un tipo efectivo de liderazgo de las mujeres en los tres momentos de la trayectoria de la actuación al respecto de estos desastres naturales.
Los resultados de la investigación en Nonguén relativizan constructos sociales relacionados con la división sexual del trabajo, y mediante los cuales los hombres se desenvuelven en el área productiva-pública, mientras que las mujeres se hacen cargo de las labores domésticas, como ocurría sin mayor discusión hasta finales del siglo pasado. Con base en lo anterior, se observa la repetición de patrones culturales que llevan, por ejemplo, a que las mujeres del territorio estudiado no lideren las organizaciones comunitarias tradicionales (juntas de vecinos). Siguiendo el rol cultural chileno, determinado por cuestiones de género, las mujeres parecen más bien acompañantes invisibles en una parte importante del relato oficial e histórico sobre la gestión de las emergencias de los años 2005 y 2006. Este aspecto es clave, pues en las sociedades que están en proceso de trasformación, el liderazgo no se acopla a constructos atávicos, sino que se configura a propósito de temas o problemas específicos, tales como medio ambiente, derechos humanos u otras manifestaciones específicas.
El rango etario es relevante para entender los cambios en la narrativa, atendiendo al rango etario de las entrevistadas (30 a 60 años actualmente). En este territorio, la distinción discriminatoria opera fundamentalmente en los relatos construidos a partir de la experiencia de personas mayores de cincuenta años, parte de una generación en la que los hombres siempre se hicieron cargo de lo público, y las mujeres, de lo privado. Lo que se replica en la estructuración de las mesas directivas de las principales organizaciones comunitarias: los hombres a la cabeza y las mujeres a cargo de las tareas domésticas o de cuidado en la organización comunitaria. En la población más joven del barrio no se legitima esta representación de subordinación de género y tiende hacia la mayor horizontalidad respecto de la distinción hombre/mujer. Esto puede representar un hallazgo importante para darle seguimiento en próximas investigaciones.
De acuerdo con los datos cualitativos obtenidos, cuando en ese barrio ocurre un evento catastrófico, el conocimiento construido en la experiencia es el que indica el modo de hacer, cómo funciona su espacio y cuáles son las acciones necesarias para recuperar el funcionamiento de la vida familiar y comunitaria. Estos aprendizajes habilitan a las mujeres a tomar las decisiones para reaccionar y entender cada una de las vulnerabilidades expresadas en el territorio (topografía y cercanía a los cursos de agua). Este relato subsiste a pesar de los estereotipos tradicionales de género, en los que el liderazgo masculino está sobre la actuación de las mujeres. Se trata de una posición de orden distinta que cuestiona las lógicas tradicionales de poder. Esas lógicas tradicionales, a causa de la división sexual del trabajo que proponen, han tendido a interpretar que en dicha versión están abajo las mujeres y su actuación. Rescatar sus relatos, experiencias y discursos no sólo constituye una necesidad técnica para comprender cómo se resolvió la crisis tras las inundaciones de 2005 y 2006 en el Valle Nonguén, sino que además permite recuperar las memorias individual y colectiva de quienes habitan ese territorio. De esta forma, las mujeres de Nonguén pueden ser reconocidas en el ámbito donde han sido exitosas, cooperado entre ellas para recuperar el territorio vulnerable. Esta investigación buscó rescatar esa memoria, con el objetivo de generar políticas participativas desde abajo hacia arriba, que incluyan a todos los actores del territorio.
Los resultados de la investigación aportan información a la discusión política sobre el empoderamiento de las mujeres. La expansión de las mujeres hacia el ámbito colectivo permite que ellas construyan estructuras organizativas. Esta consideración supone un cambio en las agendas que regulan las emergencias por desastres naturales en Chile, cuyos protocolos no hacen distinciones de género, pues más bien se apegan a cuestiones normativas, enmarcadas en la protección de un orden neoliberal y patriarcal. Por lo mismo, la memoria territorial configura aprendizajes que permiten a las mujeres reflexionar sobre su entorno. En este sentido, la apremiante situación provocada por el cambio climático es aliciente para que las mujeres de los asentamientos de Valle Nonguén puedan apreciar colectivamente la susceptibilidad territorial ante los desastres naturales y las estructuras de poder tradicional que las afectan. En este sentido, el registro de la memoria de las mujeres fomenta su participación en el ámbito público-local. Sin embargo, es necesario relativizar esta observación, pues Moreno (2018) recuerda que:
el surgimiento de nuevas líderes femeninas puede no verse como un cambio en los contextos donde las mujeres han liderado históricamente las comunidades. Por el contrario, el mismo liderazgo puede interpretarse como un cambio social en una cultura patriarcal. Los desastres pueden cambiar las relaciones de poder para bien o para mal. (p. 208).
Las ciencias sociales favorecen la discusión del cambio climático a partir de la diversificación de marcos referenciales para su comprensión y análisis, con fines de intervención territorial. Los enfoques de género resultan pertinentes para abordar diversas opciones de intervención que involucran desde los proyectos de ingeniería de canalización de cursos de agua hasta el desarrollo de políticas locales sobre la gestión de desastres. Esta última opción requiere el replanteamiento crítico de las agencias gubernamentales respecto de las perspectivas de planificación urbana para que consideren una nueva relación entre géneros. Los resultados de la investigación plantean la necesaria retroalimentación entre las disciplinas que estudian el espacio urbano, bajo la presión constante del cambio climático y sus consecuencias. En esta definición teórica y metodológica de la intervención social, el incremento de la participación de las mujeres es tanto una necesidad técnica como un imperativo ético-político en los diseños de planes locales de emergencia.
Agradecimientos
Esta investigación es financiada por el proyecto Núm. 108501 “Climate change adaptation in informal settings: Understanding and reinforcing bottom-up initiatives in Latin America and the Caribbean”, financiado por la International Development Research Centre (IDRC), Canadá.
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Notas
1 Universidad del Valle y Universidad Javeriana (Colombia); Universidad del Bío-Bío (Chile); Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas (Cuba); U. État d’Haïti, (Haití), en conjunto con las universidades canadienses de Montreal y McGill University. Con ellos participan organizaciones sociales como Antioquía Presente.
Notas
Cómo citar: Saavedra, J., Rubio Carrasco, C., Valenzuela Contreras, K., y Balboa Jiménez, V. (2019). Memoria local y afrontamiento de desastres climáticos: el caso de liderazgos de mujeres en Nonguén. región y sociedad, 31, e1240. doi: 10.22198/rys2019/31/1240