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La migración internacional de retorno en el Estado de México
International return migration in the State of Mexico

Región y sociedad, vol. 31, 2019

El Colegio de Sonora

Renato Salas Alfaro

Universidad Autónoma del Estado de México, Mexico

Ana Elizabeth Jardón Hernández

Universidad Autónoma del Estado de México, Mexico

Verónica Murguía Salas

Universidad Autónoma del Estado de México, Mexico

Recepción: 08 Junio 2018

Aceptación: 09 Octubre 2018

Resumen: El objetivo de esta investigación es analizar la migración internacional de retorno en el Estado de México, los conocimientos que traen consigo los retornados de Estados Unidos, la forma de emplearlos, las restricciones que enfrentan y los medios para superarlas. La información se deriva de entrevistas a profundidad con los migrantes retornados que residen en más de 30 municipios mexiquenses, ubicados mediante la técnica bola de nieve y las redes de amistad. Los hallazgos exhiben que los retornados cuentan con conocimientos laborales, académicos y habilidades, y que existe la necesidad urgente de implementar políticas públicas que favorezcan su inserción laboral en empleos y actividades productivas, que les permitan capitalizar los activos y las capacidades adquiridos en el extranjero. Según los resultados, los conocimientos laborales, las habilidades y los activos productivos acumulados se pueden emplear para promover el desarrollo de las regiones a las que regresan los migrantes, en especial para mejorar sus condiciones de vida.

Palabras clave: migración de retorno, programas de retorno, reinserción sociolaboral, entrevistas a profundidad, Estado de México.

Abstract: The objective of this research is to analyze international return migration in the State of Mexico, knowledge returnees from the United States bring with them, how they are employed, restrictions they face and the means to overcome them. Information is derived from in-depth interviews with returned migrants who reside in more than 30 municipalities in the State of Mexico, located using the snowball technique and the friendship networks. The findings show that returnees have working and academic knowledge, as well as skills, and there is an urgent need for implementing public policies which favor their labor integration in productive jobs and activities, enabling them to capitalize assets and capabilities acquired abroad. According to the results, accumulated labor knowledge, skills and productive assets can be used to promote the development of the regions to which migrants return, especially to improve their living conditions.

Keywords: return migration, return programs, socio-occupational reintegration, in-depth interviews, State of Mexico.

Introducción

El Estado de México tiene casi 17 millones de habitantes, y en sus 125 municipios se registra migración internacional, que empezó a principios del siglo pasado, pero ocurría de forma irregular, sobre todo en el sur de la entidad. En dicha zona, sin infraestructura productiva, desarrollo social y otras carencias, se concentraba gran parte de la población rural y pobre, y aún es así. No obstante, a partir de 1990, igual que sucedió en otras áreas urbanas del país (Woo y Flores, 2009), en el Estado de México la migración internacional comenzó a incluir a mujeres, profesionistas, técnicos, comerciantes y pequeños empresarios, entre otros actores, de Ixtapaluca, Neza, Tultitlán y Ecatepec, zonas urbanas y conurbadas a Ciudad de México, de donde provienen dos tercios de los migrantes internacionales actuales de la entidad, el otro tercio procede del medio rural e indígena. Los migrantes mexiquenses, que por lo general emigran a los 28 años de edad, poseen más formación académica en comparación con los de otras entidades; cuentan con una escolaridad de 9.2 grados y experiencia laboral diversa, debido a que esta zona concentra la infraestructura productiva, industrial, institucional, escolar, sanitaria, cultural y demás (Salas, 2016).

Por su ubicación, en el centro del país, la infraestructura industrial y los servicios que tiene, el Estado de México atrae inmigrantes nacionales e internacionales; según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI, 2010, 2015), cada década arriban, en promedio, dos millones de personas, y son expulsadas al extranjero alrededor de 200 000. La migración internacional es una parte pequeña, pero es una práctica social, laboral y cultural importante en hogares y localidades.

La emigración y la migración de retorno ocurren en paralelo, pero en forma sutil, aunque se intensifica cuando hay coyunturas políticas y económicas internas y externas. Por ejemplo, entre 2005 y 2010 retornaron alrededor de 30.9 mil migrantes internacionales, esto arroja un promedio anual de 6 000 mexiquenses. En el quinquenio 2010-2015 volvieron 33 500, un volumen que representa alrededor de 6% del total de retornados al país, que fueron aproximadamente 495 000; promedio similar al del quinquenio anterior, aunque en algunos años hubo más retornos que en otros (INEGI, 2010, 2015). Cerca de un tercio de mexiquenses que emigra al extranjero vuelve a casa en el mismo periodo. También destaca que la entidad registra un volumen de retorno similar al de Michoacán y Guanajuato, pero mayor al de Oaxaca y Ciudad de México, entre otros.

La información censal proporciona volumen y características sociodemográficas de los retornados, pero no incluye los procesos migratorios, aprendizajes laborales, acumulación de activos, la reinserción, ni la forma en que viven al regresar. En cambio, las evidencias muestran que al volver, obligados o por voluntad, ellos traen consigo sueños, vivencias, conocimientos laborales, experiencias de vida, activos físicos y productivos, ahorros y capacidades personales que unos logran aplicar pero otros no. También hay quienes vuelven con actitudes negativas, vicios, ya enfermos y viejos. Cuentan con lo que acumularon, para buscar su reinserción social y productiva, pero otros mejor vuelven al extranjero.

Por ejemplo, se ha detectado que cuando los migrantes enfrentan situaciones difíciles desarrollan formas de adquirir conocimientos, actitudes y otras cosas que les permiten vivir y trabajar, tengan o no documentos (Iskander y Lowe, 2010; Montoya, O´Leary y Woo, 2015). Según algunas investigaciones, hay mujeres que retornan del extranjero y que residen sobre todo en zonas rurales, pero ya no aceptan los roles tradicionales que antes les asignaban en sus hogares y localidades, eso genera forcejeos con actores masculinos e incluso con otras mujeres, dentro y fuera del hogar (Baca y Salas, 2015); esto también lo reportan Zapata y Suárez (2012). En otros casos la vestimenta de los migrantes, las palabras y los desplantes que les hacen a los lugareños generan fricciones y conflictos (Álvarez, 2009; M. Estrada, 2008). En lo económico se ha observado que los migrantes mexiquenses envían remesas, compran cosas, forman patrimonio, y casi una tercera parte de ellos invierte en negocios como talleres, bodegas, taxis, camiones urbanos, camiones de construcción, misceláneas, hoteles, labores agrícolas, máquinas y herramientas y ganado (Álvarez, 2009; Q. Estrada, 2008; Iglesias, 2014). Hay lugares en donde los migrantes hacen inversiones productivas, algunas sirven como base para obtener una acumulación mayor (Lucas y Stark, 1985; Massey y Parrado, 1997; Moctezuma, 2005; Santiago, 2007), pero en otras las remesas se utilizan para comer, reproducirse y mejorar sus condiciones materiales (Gledhill, 1993).

En esta investigación se pretende analizar los activos físicos y productivos que lograron acumular los migrantes, los conocimientos laborales obtenidos, los que aplican a su retorno y en qué, las barreras que se les presentan y cómo las superan. La información proviene de 334 entrevistas a profundidad realizadas a migrantes retornados, que radican en localidades rurales y urbanas del Estado de México, cuyas voces son la fuente primaria de información.

Los planteamientos sobre el retorno y el esquema de análisis

La teoría del retorno es una tarea pendiente en los estudios sobre migración, ya que los empíricos delimitan poco el término retorno, incluso algunos lo consideran como una reemigración, contracorriente o reflujo (Castillo, 1997). Si bien este trabajo no versa sobre dicho concepto, sí reconoce su complejidad porque los actores que retornan son distintos, y lo hacen por motivos diversos, ya sea voluntariamente o forzados, con y sin escolaridad, con conocimientos y experiencias laborales variadas, algunos traen ahorros y activos físicos y productivos, capacidades personales, otros retornan con vicios, sin ahorros o enfermos; algunos cierran su círculo migratorio al volver, otros viven emigrando y volviendo. El retorno no siempre constituye el fin del ciclo migratorio, como señala Valdéz (2012), esto involucra muchos tipos de retorno, factores no económicos, así como efectos visibles y ocultos; hay personas que regresan después de haber trabajado en otro país, pero también quienes lo hacen por cuestiones familiares y motivos no económicos (Mestries, 2013).

Algunos autores proponen que el abordaje teórico del retorno debe profundizar en al menos cuatro dimensiones: la ideología nacionalista, la territorialidad, la temporalidad, los motivos y la población (Gandini, Lozano y Gaspar, 2015). La ideología, como un encuadre de pertenencia y lealtad a un Estado-nación, en los estudios sobre retorno se acepta como supuesto que el regreso ocurre a un lugar de origen, lo que refleja un “sentido de pertenencia” y de arraigo, un “regreso a casa”. Asimismo, el retorno se concibe como un movimiento que ocurre entre espacios que son puntos de origen y regreso para la población. Para Rivera (2011), esto sugiere que los retornados vuelven a su localidad de origen, que lo hacen de manera permanente y para reinsertarse en la dinámica económica, social y cultural de estos espacios. Otras evidencias exhiben que, en realidad, el retorno ocurre tanto al lugar de origen como a otros (Masferrer, 2014). La temporalidad refiere el tiempo de estancia fuera del país de nacimiento, y al de permanencia en determinado lugar tras el retorno; pero queda la interrogante de ¿cuánto tiempo es necesario para considerar que una persona es migrante de retorno? Esto lleva a pensar en el retorno como un proceso que ocurre dentro de los procesos de movilidad, más que como última fase de la migración.

De cualquier forma, aun sin delimitación precisa, algunas explicaciones aportan evidencias que permiten entender aspectos concretos del retorno. Los trabajos pioneros destacaban que los factores sociales, institucionales, económicos e históricos motivaban la migración y que era necesario entender la estructura institucional, en el origen y destino de los migrantes para dimensionar el retorno (Byron y Condon, 1996), otros agregan que los valores y actitudes que se han formado en las localidades también empujan a las personas hacia el exterior y los pueden traer de vuelta (Izcara, 2010; Landes, 2001). Las oportunidades laborales en el extranjero, los sueldos y estándares de vida mejores retienen a los migrantes, pero una mala coyuntura económica puede incrementar el retorno y la presión para algunos grupos específicos, como sucedió en Estados Unidos contra los latinos, después del ataque a las torres gemelas (Golash-Boza, 2016). Así, el retorno puede ocurrir cuando las circunstancias mejoran en el origen (localidad, región, país) o empeoran en el extranjero (leyes antiinmigrantes), las expectativas (correctas y equivocadas) que los migrantes tienen sobre el entorno también pueden traerlos de vuelta o desincentivarlos. Algunos retornan porque tienen ahorros, propiedades, por presión de la familia (Callea, 1986), otros por decepción, porque están viejos, enfermos o cuando han muerto (Morrison y Davanzo, 1986), debido a que son deportados, por invitación de sus gobiernos y por los programas de retorno voluntario y muchas razones más (Alanís, 2007; Golash-Boza, 2016).

Como señalan algunos modelos económicos, la migración internacional no solo es una fuerza externa en los hogares rurales, sino que se realiza por consenso en aquéllos cuya intención es obtener ingresos y otros activos que sirven para superar restricciones (productivas, laborales) (Lucas y Stark, 1985; Stark, 1982). Si los migrantes tienen éxito y logran adquirir recursos, experiencia laboral, cultura, idiomas, activos físicos y productivos, su retorno ayuda a mejorar sus actividades productivas. Los estudios señalan que los migrantes obtienen utilidad de sus ingresos pero también de su localización en su lugar de origen, eso los lleva a equilibrar el ingreso que buscan con el tiempo de estancia en cada país (Hill, 1985). Esto hace que algunos partan con la idea de estar pocos años en el exterior, acumular ahorros, capital humano y retornar para autoemplearse y vivir de eso, o retirarse del mercado laboral.

En algunos estudios se afirmaba que los retornados no aprendían mucho, ni traían ideas nuevas y riqueza y que se alejaban moralmente de su comunidad (Callea, 1986; King, 1986; King, Strachan y Mortimer, 1986). No obstante, la literatura reciente verifica que aunque los migrantes sean empujados por las carencias y no piensen en nada más que en trabajar y cubrir necesidades o en el sostenimiento, y que en el exterior tengan empleos de baja calidad o sean indocumentados, la experiencia muestra que aprenden y acumulan algo (habilidades, ahorros, conocimientos laborales), lo que implica que retornan con mejoras (Iskander y Lowe, 2010; Montoya, O´Leary y Woo, 2015). El estudio de Black, King y Tiemoko (2003) encuentra adquisición de capital financiero, humano y apertura de pequeños negocios entre los retornados de Ghana; los que se volvieron autoempleados muestran más entrenamiento laboral y redes sociales, tienen más remesas y habilidades laborales. Los que trajeron ahorros mostraron menos dificultad para mantener el espíritu empresarial, aunque enfrentaban otros problemas (leyes, políticas, relaciones adversas de gobierno, el mercadeo, calidad de la fuerza de trabajo). El estudio de Dustmann y Kirchkamp (2001) exhibe que la mitad de los retornados turcos de Alemania emprendieron negocios pequeños y vivían de ellos, gracias al capital ahorrado en el extranjero, sobre todo quienes poseían escolaridad y conocimientos previos de negocios. En México, Papail (2003) encontró que gracias a las remesas, algunos retornados pudieron moverse de lo rural hacia actividades terciarias y otros se trasformaron en no asalariados, lo que les permitía generar ingreso y empleo. Los retornados a Bulgaria vuelven con estudios universitarios terminados, están calificados e inician negocios o ingresan a la administración pública y aplican sus conocimientos, son innovadores (Ivanova, 2013). En Albania se detectó que la experiencia migratoria y acumulación de capital humano ayudó a que los retornados fueran emprendedores, expandieran sus empresas, y pasaran del sector agrícola al empresarial (Piracha y Vadean, 2009).

También hay problemas en la reinserción; en Camerún se advirtió que los retornados estaban más escolarizados y calificados, pero su entorno social los apartaba, no los aceptaban como grupo de cambio social, por ser más destacados, por sus actitudes de innovación, por asumir riesgos, cosas que allá no hacían los no migrantes (Zwania, 2013). En el Mezzogiorno italiano (King, Strachan y Mortimer, 1986), los retornados ya no querían los empleos agrícolas y buscaban los industriales, cuando vieron que no había se volcaron a los trabajos terciarios y al autoempleo en negocios pequeños, pero pocos realizaron mejoras sustantivas. De este modo, hay factores que actúan en contra, como problemas del entorno, insuficiencia de activos y ahorros, falta de proyecto y retornos no deseados, entre otras, que se suman a la falta de apoyos adicionales de orden institucional y social (pequeños créditos para complementar ideas de emprendimiento, formación empresarial, administración de negocios, finanzas personales), que generan dificultades en la reinserción social y productiva (Espinosa, 1998; Thomas, 1999). García (2009) plantea complicaciones económicas y sociales asociadas con la migración, como la dependencia que causan las remesas, la introducción de valores e identidades nuevas, falta de desarrollo estructural, pero también vislumbra una posibilidad: los escenarios tienen condiciones para que los migrantes puedan actuar como agentes de desarrollo local, siempre y cuando las instituciones se orienten hacia políticas públicas locales, capacitación/asesoría a las localidades y mejorar el uso de los recursos. Asimismo, entre los retornados hay quienes buscan darle continuidad a su trayectoria laboral a través de un empleo o instalación de negocios pequeños (Anguiano, Cruz y Garbey, 2013), en ocasiones esto choca con discriminaciones basadas en la edad, la etiqueta de norteño y la experiencia laboral de Estados Unidos, entre otras (Padilla y Jardón, 2015).

Metodología

En las explicaciones generales sobre el retorno y los efectos que produce en las localidades no se suele incluir la voz de los migrantes, aunque es importante porque la opinión del actor y sus vivencias pueden mostrar mejor lo que ocurre (Long, 2007). Por medio de su voz se puede indagar las motivaciones personales para retornar, el proceso que siguieron y lo que significó en sus vidas, la acumulación de activos productivos y capacidades personales, las limitaciones que afrontan en su reinserción social y laboral y la forma en que sus recursos les ayudan a vivir mejor. Además, el migrante pertenece a un hogar de donde toma e imita soluciones para resolver sus problemas, reproduce conductas, valores y actitudes. En este sentido, el enfoque de modos de vida sostenible aporta un marco de análisis que permite entender la interrelación del hogar con las acciones del migrante, así como la relación que ambos guardan con su entorno; todo mediado por la posesión, cantidad, calidad y uso de sus activos y capacidades productivas y personales.

Un modo de vida incluye las capacidades que poseen las personas y las actividades que realizan los hogares para proveerse los medios de vida; sus activos tangibles e intangibles constan de cinco capitales siguientes, enmarcados en las relaciones sociales e institucionales del entorno (Chambers y Conway, 1992): a) el humano se relaciona con la nutrición, educación, conocimientos y habilidades de los integrantes; b) el social se refiere a las conexiones de amistad y compadrazgo; c) el físico incluye la posesión de herramientas, técnicas y tecnología, máquinas y talleres; d) el financiero y natural alude al ahorro y los activos líquidos y e) constituye los recursos naturales (bosques, montes).

Esto sugiere que si un hogar logra acumular activos y capacidades de buena calidad, en cantidad suficiente, y si el marco social e institucional del entorno le permite emplearlos de manera productiva, entonces podrían afrontar sus limitaciones económicas, mejorar sus capacidades y activos pero, sobre todo, saltar su círculo de pobreza y tener un modo de vida sostenible a largo plazo (Chambers y Conway, 1992).


Figura 1
Municipios de residencia de los migrantes retornados en el Estado de México
Acolman (002), Almoloya de Juárez (005), Amatepec (008), Nicolás Romero (060), San Mateo Atenco (076), Timilpan (102), Tonatico (107), Villa Victoria (114), Luvianos (123), Ixtapan de la Sal (040), Lerma (051), Jilotepec (045), Atlacomulco (014), Coatepec Harinas (021), Santo Tomás (078), Axapusco (016), San Juan Teotihuacán (092), Otzoloapan (066), Morelos (056), Villa del Carbón (112), Tejupilco (082), Jocotitlán (048), Acambay (001), Nopaltepec (061), Valle de Bravo (110), Toluca (106), Temascalcingo (085), Tecámac (081), Tlatlaya (105), Tianguistenco (101), Zacazonapan (116) y Otumba (065).Fuente: elaboración propia.

En este esfuerzo, la migración internacional puede aportar diversos apoyos: remesas, ahorros, conocimientos laborales, actitudes y hábitos, capacidades personales, acumulación de activos físicos y productivos. El motivo de esta investigación es analizar los activos y las capacidades personales adquiridos durante la migración, cómo los emplean al retorno, las barreras que enfrentan y la forma en que las superan; en general, el modo de vida que logran construir con lo que han acumulado.

Se realizaron 334 entrevistas a profundidad, con migrantes internacionales retornados a 37 municipios rurales y urbanos del Estado de México; todos ubicados mediante la técnica bola de nieve y redes de amistad. El trabajo de campo se efectuó entre diciembre de 2012 y febrero de 2013. La guía de entrevista inquirió sobre sus procesos de migración, las condiciones de vida que tenían antes y al retorno (vivienda, actividades productivas, ingreso, opciones laborales), los motivos de éste, la adquisición de conocimientos laborales y su calidad, el uso que les dan al volver, los activos físicos y productivos que acumularon. Se delimitó como migrante de retorno a la persona mayor de 15 años, que por lo menos estuvo un año continuo en Estados Unidos por motivos laborales, y que al momento de la entrevista tenía una estancia mínima de tres meses en su localidad. Otras delimitaciones1 incluyen personas de menor y mayor edad, con y sin motivos laborales, pero en esta investigación la idea fue captar migrantes que hubieran experimentado aprendizaje laboral y que al retorno ya estuvieran descansados, para que sus testimonios fueran más claros, que si se les entrevistara cuando estuvieran recién llegados.

Resultados

El proceso de migración y retorno de los mexiquenses

Los entrevistados fueron 272 hombres y 62 mujeres (81.4 y 18.6%), aunque partieron al extranjero y retornaron en años diferentes, comparten rasgos que permiten apreciar una migración selectiva. Cuando emigraron tenían, en promedio, 24.6 años (24.4 los hombres y 25.7 las mujeres), una edad productiva y de aprendizaje, más de la mitad estaban solteros (55.4%), los demás eran casados (42.5), y divorciados (2.1). Más de 90% contaba con experiencia laboral previa (asalariados, oficios independientes, negocio familiar, agrícolas, obreros, técnicos y profesionistas). Al menos dos tercios provenían del medio urbano y promediaban más de nueve grados escolares, casi uno más del que registraban sus localidades de residencia, mayor también al de los migrantes de otras entidades.

Las primeras migraciones comenzaron en 1965, primero fueron de hombres, y las mujeres se incorporan a partir de 1989 en forma sostenida. Las estancias en el extranjero promedian 8.15 años en todas sus migraciones aunque, al restar el tiempo que estaban en México, eran alrededor de seis años los que pasaban fuera. Los principales estados de arribo fueron California (33.2%), Texas (20.4), Illinois (7.8), Arizona y Georgia (5.8), en menor proporción llegaron a Virginia, las Carolinas, Wisconsin, Florida, Indiana, Iowa, Nebraska, Michigan y Luisiana, entre otros.

Las razones para emigrar son diversas, entre todas las causales en ocasiones las personas no logran identificar una primaria. Casi 60% de los mexiquenses dijo que antes de emigrar tenía mala situación económica (sin trabajo estable, ingresos insuficientes y necesidades), uno de cada cinco señaló que vivía regular y podía hacer frente a sus problemas, la economía del resto era buena (empleos estables, vivía con sus padres, eran menores de edad, mujeres casadas). En menor medida mencionaron problemas como enfermedades, despidos, divorcios, demandas penales, algunos no querían estudiar, otros tenían sueños de conocer el norte, y extrañaban a sus familiares migrantes. Además, al menos seis de cada diez dijeron que tenían presiones emocionales (estrés, decepción, baja estima y derrotismo), derivadas de su situación económica y social.

Tres de cada cuatro entrevistados emigraron con la idea de mejorar el bienestar familiar (hacer casa, trabajar, ahorrar, pagar los estudios de los hijos, comprar cosas), y el resto (25%) buscaba aventura y conocer, y también estaban los menores de edad. Santiago, de 40 años, de Zacazonapan, dijo que “antes de eso, le ayudábamos a mi papá con unas vaquitas que tenía en un potrero rentado, las ordeñábamos y de allí comíamos pero no había dinero, estábamos jodidos, por eso se va uno, por la necesidad, aquí no tienes la posibilidad de ponerte un negocio […]” (entrevistado en febrero de 2013). Laura, de 39 años, de Temascalcingo, tenía una economía buena, manifestó que “vivía bien, era profesora, pero mi esposo estaba allá, la mayoría de mis hermanos allá están […] yo quería ir de visita, conocer, estar con él […], primero intenté irme con visa y me la negaron, pero agarré coyote […] mi niña caminaba y la cargaban los guías, así fue el acuerdo porque tenía tres años […]” (entrevistada en diciembre de 2012). Sin querer, otros fueron migrantes internacionales, como Margarita, de 34 años, de Tecámac: “[…] me dedicaba a la escuela, era muy chica cuando me fui, era una niña, tenía 11 años, mis papás decidieron emigrar por falta de recursos y otros problemas, así decidieron y nos llevaron a mí y mis cinco hermanos, nomás me acuerdo que pasamos por Tijuana […]” (entrevistada en diciembre de 2012).

El retorno a la entidad

Los motivos del retorno a la entidad fueron diversos, ni siquiera entre los deportados se advirtió una causal única. Al menos siete de cada diez entrevistados (77% mujeres y 71% hombres) retornaron después del año 2000. Mencionaron como razón principal las dificultades sociales y económicas, después del ataque a las torres gemelas (escasez de empleo e ingresos, restricciones de acceso a servicios públicos, redadas, deportaciones, estereotipos y discriminación), como han señalado otros estudios (Golash-Bozo, 2016) pero, sobre todo, los mexiquenses arguyeron una mezcla de adversidades con circunstancias personales y familiares como causa básica de su retorno; 80% volvió debido a una combinación de causas: reunirse con la familia, escasez y dificultades de empleo, atender una enfermedad (propia, familiar), aburrimiento y soledad, haber cumplido sus metas; 20%, por otros motivos: casarse, criar a sus hijos en México, arreglar documentos, deportación y miedo a la deportación, iniciar un negocio, problemas con la policía y otros (véase Tabla 1). Los deportados fueron 28, mientras que 10 retornaron por miedo a la deportación, lo que suma alrededor de 11% del total. Alberto,2 un retornado que partió cuando tenía 18 años y estuvo cinco en el exterior, compartió su vivencia:

[…] las condiciones económicas habían disminuido, trabajaba pocas horas, yo tenía un auto y decidí venderlo para regresar, aparte tenía un poco de dinero en México y sentía la necesidad de visitar a mis papás, mis hermanos, extrañaba regresar, desde que me fui tenía el objetivo de regresar y creí que las condiciones eran idóneas (27 años, de Temascalcingo, entrevistado en diciembre de 2012).

Tabla 1
Razones del retorno de los migrantes (%)

Abigail, otra retornada, vivió tres años en el extranjero, y señaló que:

[…] mis papás me hablaron para decirme que mi abuela estaba muy enferma, era muy allegada a mí, entonces decidí venirme, establecerme acá, allá el dinero no alcanzaba, mandaba para acá, sufríamos mucho, trabajábamos todo el día, lejos de la familia, extrañas todo eso […] (22 años, de Tianguistengo, entrevistada en febrero de 2013).

Gabriel fue deportado:

[…] un día mi primo me invitó a Atlanta, estuve un mes pero me detuvieron por no tener licencia, iba manejando y me detuvieron, todavía ni empezaba a trabajar […] les enseñé la licencia mexicana pero se enojó el policía, fue en junio del 2011 […] estuve como dos meses arrestado y después me deportaron […] no me siento mal, al contrario agradezco por estar acá con mi gente […] puse mi negocio de paletería, estoy cómodo y quiero seguir adelante con esto pero en la primera oportunidad que tenga para irme [Estados Unidos] lo voy hacer […] son muy pocas las oportunidades en México […] te exigen años de experiencia, pero cómo voy a tener experiencia si no me dan la oportunidad […] (28 años, de Toluca, entrevistado en diciembre de 2012).

Adquisición de conocimientos y activos en Estados Unidos

En general, las estancias efectivas de los entrevistados en Estados Unidos promedian seis años. A decir de los especialistas, es tiempo suficiente para adquirir conocimientos laborales, ya sea mediante entrenamiento o en forma empírica (Cohen y Levinthal, 1990; Polanyi, 1967). Asimismo, el hecho de afrontar nuevos ambientes sociales, políticos, laborales, idiomas y ritmos de vida, convivir con personas distintas, apegarse a costumbres y leyes diferentes son desafíos que, al superarlos, favorecen el desarrollo de habilidades personales nuevas (Biggs, 2004). Las evidencias muestran que esto les ocurre a los inmigrantes mexicanos en Estados Unidos, sean o no documentados, laboren en la construcción o el estilismo (Iskander y Lowe, 2010; Montoya, O´Leary y Woo, 2015).

Un tercio de los entrevistados enfatizó que tuvo que aprender inglés, ante los problemas para comunicarse, hacer compras, encontrar empleo, desempeñarse en el trabajo y obtener ascensos. Coinciden en que entre los ingredientes que apoyaron su aprendizaje estuvieron el propio deseo de aprender y superarse, la edad y la intención de estudiar allá, de hecho, quienes mejor hablan inglés son los más chicos. Los que no dominan el inglés, arguyen falta de tiempo, trabajar entre mexicanos, no tener el objetivo de aprender, falta de interés y otras razones. También destaca que aun con el apoyo de familias y paisanos, ocho de cada diez tuvieron problemas de soledad y estrés en el extranjero (en las fechas de fiestas, por recuerdos familiares, miedo a la deportación, desempleo, monotonía laboral). Julio César pasó 16 años en Estados Unidos, y maduró durante su estancia, esto también lo empujaba para aprender:

A cierta edad vas con la costumbre que eres hijo, pero allá tienes que hacer de comer, lavar tu ropa, no hay quien te lave, tener sensatez que tienes que pagar renta, comprar comida, vivir con otras personas, hacer quehacer [labores domésticas] […] se siente solo, quieres amistad, si tienes un primo lo ves como amistad, porque allá cada quien se forja su vida, se comparten gastos pero no dices vamos ahorrar juntos para irnos pronto, no, allá es una vida solitaria […] tocan la puerta y nomás piensas que es migración, llegas a las tiendas y no sabes nada, te agüitas, te quieres regresar, pero poco a poco ves a los demás y vas conociendo cómo se hacen las cosas, aprendes […] (33 años, de Temascalcingo, entrevistado en diciembre de 2012).

Alejandro señaló que:

Allá tiene cosas que aquí no, pero la ausencia de la familia es triste, aquí estás enfermo y te dan una taza de agua, te calientan una tortilla, falta una pintada a la casa y nosotros la decoramos, allá fue una nueva vida. Aquí, el varón, mami le da de comer, le plancha, le lava, de casado dice mi esposa lo hace. Allá tienes que planchar, lavar, hacer de comer […] allá estaba mi hermano, mi papá y nos apoyábamos, pero había ocasiones en que la ausencia de mis seres queridos hacía que me arrepintiera, leía la Biblia, salía a caminar […] hasta compré una guitarra y me sentaba junto a un zarzal, cantaba como si estuviera la persona y le platicaba mis penas […] (38 años, de Toluca, entrevistado en diciembre de 2012).

Los retornados mencionaron que adquirieron conocimientos laborales nuevos, mediante capacitaciones y en forma empírica, que se sumaron a lo que sabían. Con excepción de dos, los demás fueron asalariados en el ramo de la construcción, en fábricas y restaurantes (véase Tabla 2), en el empleo principal registran una permanencia media de 2.9 años continuos. Más de un tercio de los retornados tuvo ascensos laborales en el extranjero. Esto es notable porque, como mencionó Pedro, que pasó 13 años en EE. UU., los ascensos requieren aprendizajes técnicos, actitudes, idioma:

Creo que Estados Unidos es el país de las oportunidades para quien busca salir adelante […] te enseñas a ser responsable, respetuoso, no hay que faltar al respeto, las leyes son estrictas, uno se debe portar de lo mejor […] yo era el cocinero principal de la empresa, mis patrones me llaman ahora que estoy en México. Salí para arreglar mis papeles, el patrón me decía que buscara la forma de no venir, me llama porque han tenido pérdidas en las inspecciones pero no puedo arriesgarme, prefiero arreglar mis papeles (33 años, de Otzoloapan, entrevistado en diciembre de 2012).

Tabla 2
Actividades desempeñadas en Estados Unidos*

Los especialistas evidencian que entre más preparada se encuentra la persona al ejecutar una tarea, es más fácil que la aprenda y la mejore (Cohen y Levinthal, 1990; Polanyi, 1967). Los mexiquenses partieron con nueve grados escolares y experiencia laboral, pero además llevaban las imágenes de la necesidad en sus hogares, esto ayuda en el aprendizaje. Durante el tiempo que estuvieron en el extranjero desempeñaron tareas de alta y baja calificación (lavaplatos, mesero, ayudante de limpieza, chef, ayudante de albañil, soldador de estructuras, plomero, carpintero, conductor de maquinaria de demolición, obrero, chofer, operador de maquinaria especializada, manager) (véase Tabla 2).

Hubo migrantes que lograron ascensos, por ejemplo 44 de 77 que laboraron en restaurantes; 38 llegaron a ser cocineros3 y jefes de cocina. En la construcción, fueron 36 de 71 (encargados de obra, maestros y oficiales responsables); en las fábricas, solo 7 de 69 y fueron managers, jefes de grupo, operadores de maquinaria (torno, imprenta, montacargas, camiones), el porcentaje es bajo porque aquí les exigían formación escolar. En labores de campo, solo uno fue jefe de granja de engorda de animales. Como trabajadores de limpieza, cuidadores de niños y vendedores, 20 de 47 tuvieron ascensos (supervisores de limpieza, jefes de ventas, encargados de negocios como supermercado, lavandería, hotel, carnicería).

Además, 40% de los retornados mencionó haber adquirido conocimiento laboral empírico; tanto al interactuar con sus compañeros como de la experiencia propia, y que éste proviene del esfuerzo personal y de una mejor actitud. José, que pasó 11 años en EE. UU., dijo:

Según yo, llegué buscando trabajo pero no encontré […] entonces me puse mi comercio, eso trabajé hasta que me vine, nada de miedo, ni estrés, lo que me faltaba era el idioma [...] para hacer una venta tenía que tener carisma, saber cómo llegar al cliente, cómo persuadirlo, porque a veces no quieren comprar, no les falta, pero les decía que era una oportunidad, que en ninguna parte estaba a ese precio y me compraban, así viví […] uno debe saber hacer de todo (51 años, de Toluca, entrevistado en diciembre de 2012).

Uno de cada diez entrevistados reconoció haber sufrido discriminación laboral en el extranjero, sobre todo con capataces hispanos. En este punto, algunos admitieron que también sus problemas de actitud y falta de adaptación causaban las fricciones. Juan, que estuvo tres años en el exterior, comentó sus reveses:

Me fue bien, pero por mi temperamento había broncas, me costó trabajo, hacía mi trabajo como creía que estaba bien, pero allá, los latinos, cuando haces bien tu trabajo te cargan, te exigen más, yo pensaba ¿porque voy a soportar?, vine a trabajar, no a que me humillen. Muchas veces dejé el trabajo, me sabía competente y hábil para aprender y conseguía otro trabajo. Casi siempre fui líder, pero cuando tienes un manager latino es difícil […] creo que tenían celos, se sentían desplazados y me echaban tierra, me hacían la vida imposible […] (35 años, de Morelos, entrevistado en diciembre de 2012).

Vale la pena señalar que una de las razones para emigrar fue reunir activos físicos y productivos; 85% de los entrevistados envió remesas a casa, con eso logró acumular activos y realizar inversiones pequeñas; solo 11% no reunió nada. Más de 70% de ellos adquirió o renovó su vivienda, casi un tercio pudo comprar autos, el mismo porcentaje logró invertir en animales, equipamiento doméstico (computadora, muebles, herramientas), también uno de cada cuatro pudo invertir en negocios (véase Tabla 3). Si bien, apenas un tercio de las remesas se invirtió en activos productivos (negocios, animales, ahorro, educación, herramientas de trabajo); esto es importante porque cuando emigraron, apenas una de cada diez personas sabía manejar un negocio (familiar o externo), y 20% del total quería emigrar para ahorrar y poner un negocio al volver. Como señala Moctezuma (2005), hay quienes están interesados en invertir en su país de origen y obtener ganancias, pero en realidad lo hacen después de ahorrar y realizan inversiones modestas, aunque algunos pueden asociarse con otros migrantes o inversionistas y aumentar el capital. De cualquier forma, la acumulación y diversificación de activos pequeños de los mexiquenses son mayores a las esperadas al inicio de la migración y, en opinión de los especialistas, en caso de emplearlas podría ayudarles a tener modos de vida sostenibles a largo plazo (Chambers y Conway, 1992).

Tabla 3
Inversiones de dólares en activos

Aplicación productiva de los conocimientos al retorno

Desde su retorno, 86% de los migrantes ha trabajado en más de una actividad productiva (atienden sus negocios, son asalariados, ejercen sus profesiones y oficios), los demás mencionan desempleo, estudiar, ser pensionados. La mitad de quienes atienden su negocio, desempeñan tareas calificadas4 (dirigen restaurantes, son dueños de carnicerías); lo mismo ocurre con 38% de los asalariados (funcionarios, obreros especializados); también tres de cada cuatro que ejecutan oficios independientes (mecánicos, pintores), y todos los profesionistas (profesores) (véase Tabla 4). Si bien esta muestra no es aleatoria, se puede apreciar un efecto positivo de la migración porque antes apenas un tercio de las personas desempeñaba labores calificadas; y al volver son más quienes ocupan puestos como funcionarios, directores, comerciantes, agentes de ventas, trabajadores artesanales y prestan servicios personales, son profesionistas, son más los que hablan inglés, hay más cocineros y ayudantes de cocina, más trabajadores de construcción que manejan oficios nuevos (detallar y hacer casas de madera, colocar techos, plomería, electricidad, herrería); pero también es visible que no todos encuentran dónde, ni cómo ejercer sus conocimientos laborales, por lo que muchos caen en desuso. En el Estado de México cuando mucho 13% de los retornados aplica todo lo que sabe hacer5 y vive de eso, otro 47% aplica algo, pero los demás emplean sus conocimientos para uso propio y en el hogar, pero no en forma productiva. Esta es la queja más sentida de los migrantes: no vivir de lo que saben hacer. Graciela es profesionista, y antes de emigrar tenía un negocio:

[…] sentí que mi estancia allá nomás era perder tiempo, no estaba trabajando y sentí la necesidad de volver, recuperar mi trabajo, ver a mi familia […] cuando llegué encontré trabajo en una escuela [...] el idioma me sirvió, pero la disciplina, la maduración personal, ser madre, ser responsable, todo sirve […] mi esposo allá era cocinero, pero en México no aplica, no encuentra en restaurantes [...] da clases en una escuela de inglés […] entre mi esposo y yo vamos viviendo, me gustaría recibir un sueldo mayor, tener una vida estable, pero los sueldos no son muy buenos […] no hay muchas oportunidades, están limitadas, hay competencia, hay que estar a las vivas para encontrar trabajo y mantenerlo […] (32 años, de Tejupilco, entrevistada en diciembre de 2012).

Tabla 4
Actividades realizadas al retorno y tipo de calificación

Solo uno de cada cinco migrantes, que son mecánicos de autos, puede aplicar todo su conocimiento y vivir de eso al volver; los demás no encuentran dónde ejercerlo. Un tercio de los cocineros trabaja en restaurantes propios o son asalariados, los demás no hallan un lugar para hacerlo. Asimismo, 30% de quienes fueron gerentes de negocio, jefes de grupo, responsables de producción y contratistas de obra civil en Estados Unidos, aplican lo que saben hacer cuando regresan, y 70% no tiene confianza para hacerlo, o porque les desagradan los salarios bajos. Apenas un tercio de quienes se dedican a la construcción aplican sus conocimientos calificados y viven de eso (contratistas, maestros, detallistas, colocar techos, construir casas y techos de madera, pintura, instalar tablaroca), los demás se subemplean en otras tareas.

La forma en que los migrantes emplean sus conocimientos cuando regresan, o carecen de opciones para hacerlo, constituye una gran área de oportunidad. En el Estado de México esto incluye también al conocimiento laboral de mayor calificación, que se esperaría se aplicara más, pero no es así. En Ecatepec, 56% de los retornados trajo conocimiento laboral más calificado, en Toluca dicho porcentaje fue de 42. No obstante, este conocimiento de mayor valor agregado, que también atañe actitudes y capacidades personales, no encuentra dónde aplicarse productivamente de manera plena.

Por ejemplo, en Tejupilco, 42.9% de los retornados utiliza su conocimiento calificado en actividades personales (comidas, arreglo del carro, pintar su casa); 9.5% los emplea en arreglar un vestido, la luz o la plomería de su casa; esto es, 52% no logra usar sus conocimientos en forma productiva, los demás aplican algo o todo en trabajos asalariados, oficios independientes (albañil, soldador, mecánico) o atienden sus negocios. En la región de Atlacomulco, más de 40% de retornados no usa en forma productiva sus conocimientos laborales calificados (uso personal y en actividades propias); en Toluca, donde hay industria y un sector de servicios fuerte, la mitad no los emplea, en suma, 46% del conocimiento laboral calificado tampoco logra aplicarse productivamente en la entidad (véase Tabla 5).

Tabla 5
Actividades realizadas al retorno *

Restricciones que afrontan los retornados

Entre las restricciones que más les impiden a los retornados aplicar sus conocimientos se conjugan aspectos sociales, personales, políticos y legales. Las menciones como “en la localidad no hay dónde aplicar”, “no quiero hacer lo mismo”, “la gente no valora el trabajo”, “pagan poco”, “me falta maquinaria”, “faltan apoyos para el negocio”, “mucha burocracia”, “no tengo certificados”, así como la discriminación por edad, preñez, discapacidad o enfermedad constituyen las quejas principales. En el Estado de México destaca que quienes traen conocimientos de mayor calificación enfatizan las carencias siguientes: apoyos para emprender, tecnología, certificados formales; poco sueldo y falta de empleo adecuado para sus saberes, pero no mencionan vejez, ni disgusto por hacer lo que hacían en el extranjero. Además, las restricciones se mezclan con costumbres locales, la expectativa que ellos tienen de los beneficios que pueden obtener y la falta de empuje personal para buscar opciones, entre otras:

Yo no puedo, porque bueno, mi trabajo que yo desempeñaba era costurera pero ya no me empezaron a aceptar en los trabajos porque soy hipertensa, me dijeron que no aplicaba porque estaba enferma, era el trabajo que yo podía desempeñar […] no tengo problema, sé hacer la costura, pero ya no me dan trabajo (Bertha, 58 años, de Almoloya de Juárez, entrevistada en febrero de 2013).

[…] me desempeño bien en la construcción de casas, pero aquí es muy diferente, sé cómo van diseñadas con la madera, pero eso aquí no se haría, cada país tiene su forma de trabajar, las construcciones son diferentes [...] aquí ¿qué casa se hace con madera?, eso no lo puedes cambiar, lo que yo aprendí allá, simplemente no lo puedo emplear aquí, si tuviéramos la misma forma de vida tal vez (Leonardo, 31 años, de Morelos, entrevistado en diciembre de 2012).

Algunos tienen la impresión de que con apoyos pueden emprender algo, pero mientras realizan lo que ellos llaman pluriactividad laboral. Dalia señaló:

Trabajo en una caseta en atención a clientes, llevo casi un año [...] me sirve el inglés, también tratar de ser mejor con los clientes, atenderlos bien, sin quejas, con amabilidad […] en la casa me sirve lo de la cocina [...] no tengo dinero para poner mi negocio de comida, pero sé hacerlo, a la mejor en un futuro me animo y la abro (38 años, de Tlatlaya, entrevistada en diciembre de 2012).

Dianey mencionó sus anhelos:

Estuve en el INEGI trabajando como validador pero es temporal, se terminó y entré a una tortería, ahora estoy en una fábrica. Me ayuda el inglés, me gustaría especializarme en inglés para dar clases en el futuro. Lo que no aplico es hacer comida, porque no es igual a la de aquí, a lo mejor los mexicanos no se la van a comer y dirían ¿qué es eso? (29 años, de Temascalcingo, entrevistada en diciembre de 2012).

También es notable que en todas las regiones de la entidad los retornados manifiestan interés en desarrollar proyectos productivos y sociales. La idea de poseer un negocio a futuro se concentra en Atlacomulco, Cuautitlán Izcalli, Ecatepec y Toluca. La intención de criar animales, establecer invernadero y huertas, destaca en Atlacomulco, Ecatepec, Ixtapan, Tejupilco y Valle de Bravo, cuya vocación es agrícola, aunque en Ixtapan y Valle de Bravo hay turismo. Las intenciones de abrir negocios de comida se concentran en Atlacomulco, Ecatepec, Tejupilco, Toluca y Valle de Bravo, que poseen industrias, comercio y turismo (véase Tabla 6).

Tabla 6
Actividades y proyectos específicos en las regiones*

En la Tabla 6 se ilustra lo que quieren y pueden hacer los retornados, y es útil para determinar algún tipo de ayuda para migrantes que desean iniciar emprendimientos, aunque la falta de apoyos financieros, logísticos y de asesoría restringen las iniciativas de independencia económica que ellos manifiestan (Black, King y Tiemoko, 2003). Los jóvenes siguen partiendo a Estados Unidos y cada vez lo hacen en condiciones de mayor inseguridad, en la fecha de las entrevistas los migrantes gastaban alrededor de 4 000 dólares estadounidenses para emigrar, montos que si bien provienen del extranjero, se podrían usar como semillas para sus proyectos. Brindar ayuda a estos actores en cada región e involucrarlos en la formación de cadenas de suministro entre ellos contribuye a formar procesos de micro desarrollo, además fortalece la vocación productiva y emprendedora de los entornos pero, sobre todo, sirve de colchón para sus fracasos (Gries y Naude, 2011). Sin apoyos al emprendimiento y otros colaterales, el capital, la educación, los conocimientos y, en general, los recursos y capacidades del entorno se subemplean (Acs y Storey, 2004).

A manera de conclusión

En la última década, el retorno de los migrantes mexicanos obliga a reflexionar sobre el volumen de éstos, sus características y razones para volver pero, sobre todo, a diseñar e implementar políticas públicas para acogerlos y favorecer su reinserción social y productiva. De igual manera, generar mecanismos que permitan el acceso a empleos adecuados a sus saberes, así como de apoyo a sus ideas de emprendimiento, en ambos casos tratar de que ellos puedan aprovechar la mayor parte o todos los activos físicos y productivos, y las capacidades personales adquiridas en Estados Unidos.

La investigación permite apreciar que los conocimientos laborales, habilidades personales y activos productivos que los migrantes acumularon se pueden usar para promover el desarrollo de las regiones a las que retornan y, en especial, para que ellos mejoren sus condiciones de vida. Los retornados no logran aplicar de manera productiva la mitad del conocimiento laboral adquirido, y si bien en parte esto obedece a su intención de no volver a vivir de eso, y a que las restricciones son externas en su mayoría, eso restringe la construcción de mejores modos de vida en los hogares.

A la luz de la situación que viven los retornados mexiquenses cuando regresan a su entidad, la segunda que más aporta al producto interno bruto nacional, y que en potencia debería permitir el uso productivo de su conocimiento laboral ya sea en empleos o emprendimientos, pero que no lo está haciendo, vale la pena retomar la propuesta de Padilla y Jardón (2015), que enfatiza en la necesidad de avanzar en un marco que impulse y ejecute políticas que construyan entornos amigables para los migrantes de retorno; para lo cual se requiere trabajar por lo menos en cinco objetivos:

  • Elaborar un marco normativo que les garantice a los migrantes de retorno acceder a las opciones laborales que ofrece el mercado de trabajo, en condiciones de igualdad y asegurar que no exista discriminación por edad, sexo u otras razones.

  • Divulgar información sobre las oportunidades laborales en municipios, regiones y estados de la población migrante de retorno.

  • Reconocer y certificar las habilidades y conocimientos adquiridos en Estados Unidos, a quienes carecen de comprobantes formales.

  • Impartir cursos, talleres y programas de educación y capacitación para los migrantes y sus familias.

  • Asignar apoyo técnico (capacitación integral) y financiero para la instalación y funcionamiento de empresas pequeñas, individuales, familiares y colectivas en las áreas urbanas y rurales, cuyo funcionamiento se relacione con el interés de los migrantes y sus conocimientos.

En síntesis, además de poner en evidencia las problemáticas diversas que enfrentan los retornados para concretar su reinserción sociolaboral, aquí también se destacan los elementos básicos que requieren la colaboración de los gobiernos para garantizar los derechos de esta población, así como promover el aprovechamiento productivo de todas las capacidades y los activos adquiridos en Estados Unidos.

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Notas

1 También se considera como retornado a una persona de 12 años o más, que fue a EE. UU. a trabajar o a buscar empleo, y que consideró ese viaje como un cambio de residencia, otros toman a las de 15 años o más, que emigraron al exterior por lo menos un mes por motivos diferentes al de visitar familiares, y que ya se encuentran de vuelta en su lugar de origen (Piracha y Vadean, 2009).

2 Los nombres de los entrevistados son reales, y dieron su anuencia para incluirlos en el artículo.

3 Los ascensos refieren la adquisición de conocimiento especializado, la ejecución de tareas con mayor grado técnico y habilidad, la obtención de más responsabilidad y mejor salario, haya sido o no jefe de alguien más. Este indicador se obtiene directamente del entrevistado.

4 El conocimiento calificado y el básico se refieren a la complejidad de las tareas/oficios que realizan, el grado de calificación/pericia necesario para desarrollarlos, el pago que reciben; la clasificación la realizan los retornados.

5 Los conocimientos laborales más demandados son los de mecánica, reparación de aparatos eléctricos y electrónicos, pintura automotriz, taller de costura, ventas ambulantes, profesores de inglés, joyeros, labores agrícolas comerciales, jardinería, construcción, restaurante y el ejercicio de la profesión, entre otros.

Notas

Cómo citar: Salas Alfaro, R., Jardón Hernández, A. E., y Murguía Salas, V. (2019). La migración internacional de retorno en el Estado de México. región y sociedad, 31, e1085. doi: 10.22198/rys2019/31/1085

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