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Estrategias de reproducción social. El caso de una familia binacional, trasfronteriza y trasnacional en la región México-Guatemala-Estados Unidos
Social Reproduction Strategies. The Case of a Binational, Cross-Border and Transnational Family in the Mexico-Guatemala-United States Region

Región y sociedad, vol. 31, 2019

El Colegio de Sonora

Carlos Ernesto Ruiz Juárez

El Colegio de la Frontera Sur. Carretera Panamericana y Periférico Sur s/n. Barrio María Auxiliadora, C. P. 29290. San Cristóbal de Las Casas, Chiapas, México. Correo electrónico: ceruiz@ecosur.edu.mx , México

Recepción: 10 Enero 2019

Aceptación: 07 Agosto 2019

Fecha de publicación: 09 Octubre 2019

Resumen: El objetivo de este artículo es analizar las estrategias de reproducción social de una familia campesina, binacional, trasfronteriza y trasnacional, cuya trayectoria se ha desarrollado en la región México, Guatemala y Estados Unidos. En esta investigación longitudinal se utilizaron las técnicas de observación no participante y entrevistas a profundidad, para identificar la producción de autoconsumo, el jornalerismo agrícola nacional y trasfronterizo, la pluriactividad y la migración hacia Estados Unidos, como las estrategias principales de reproducción social. Según los resultados, las características de la familia analizada se presentan con regularidad y en generaciones distintas en la mayoría de las que habitan en el ejido Talquián, en Chiapas, por eso se tomó como estudio de caso. Este trabajo aporta un análisis cualitativo a partir de relatos de vida. Se concluye que en los estudios de frontera es fundamental tomar en cuenta una visión trasfronteriza, para explicar las dinámicas que ocurren en ambos lados de la línea geopolítica entre dos países.

Palabras clave: reproducción social, producción alimentaria, jornalerismo, pluriactividad, migración, familia trasnacional, frontera México-Guatemala.

Abstract: This article aims to analyze the social reproduction strategies of a binational, cross-border and transnational peasant family, whose labor trajectories have taken place in the Mexico-Guatemala-United States region. In this longitudinal study, non-participant observation techniques and in-depth interviews were used to identify the production of self-consumption, national and cross-border agricultural day laborers, pluriactivity and migration to the United States as the main strategies of social reproduction. According to the results, the characteristics of the family analyzed are presented regularly and in different generations in the majority of those living in the Talquián ejido, in Chiapas, which is why it was taken as a case study. This paper provides a qualitative analysis based on life stories. It follows that in border studies it is essential to take into account a cross-border view to explain the dynamics that occur on both sides of the geopolitical line between two countries.

Keywords: social reproduction, food production, day laborers, pluriactivity, migration, transnational family, Mexico-Guatemala border.

Introducción

El proceso de poblamiento de la región del Soconusco, Chiapas, se intensificó a partir de que se fijaron los límites territoriales de México con Guatemala, entre 1882 y 1892, y en 1893 con la llegada de agricultores de otras zonas de México, así como de empresarios estadounidenses e ingleses y de capitalistas alemanes que introdujeron el cultivo del café a gran escala, el cual requería fuerza laboral abundante (Nolan-Ferrell, 2018). Hasta 1936, dicha mano de obra estuvo constituida por indígenas de los Altos de Chiapas, que en ese mismo año conformaron el Sindicato de Trabajadores Indígenas para exigir mejores condiciones de contratación y de trabajo, argumento usado por los dueños de las fincas para promover “con ahínco la incorporación cada vez más estructural de trabajadores guatemaltecos a la región” (Martínez, 1994, p. 8), quienes se nacionalizaron mexicanos para ser beneficiarios del reparto de tierras al final de la década de 1930, durante el periodo de la reforma agraria (Spenser, 1997). Se intensificaron las interacciones familiares, socioculturales, económicas y políticas existentes en la región, y con la demarcación geopolítica entre ambos países adquirieron el carácter de trasfronterizas (Spenser, 1997).

Estas interacciones trasfronterizas, a su vez, han derivado en la configuración de relaciones interpersonales más estables en el tiempo y espacio, como de los tipos de familia identificados en esta investigación: a) las que quedaron del lado mexicano, en 1882; b) las guatemaltecas, que por motivos distintos residen actualmente en territorio mexicano, y c) las binacionales-trasfronterizas, que viven en México y han iniciado procesos de trasnacionalismo, derivados de la migración hacia Estados Unidos, que son objeto del presente estudio

Se analizan las estrategias de reproducción social de la familia López Pérez,1 residente en el ejido Talquián, municipio de Unión Juárez, Chiapas,2 cuya madre es de origen guatemalteco, el padre y las/los hijos son mexicanos, con experiencia migratoria hacia Estados Unidos, donde aún viven dos de ellos. Esta familia constituye una unidad-doméstica, pues comparte tanto la vivienda como las ocupaciones de subsistencia; es biparental y nuclear con hijos (Oliveira y García, 2017). Presenta algunas características del sistema familiar mesoamericano, ya que la madre y una de las hijas se casaron a los 20 y 17 años de edad respectivamente, y al principio experimentaron la residencia virilocal (Robichaux, 2002).

El enfoque de la mayoría de los estudios que han analizado las dinámicas de familias guatemaltecas en el Soconusco está basado en metodologías mixtas, para visibilizar las condiciones precarias de vida y de trabajo en las plantaciones agrícolas (Castillo, 2001; Castillo y Casillas, 1988; Martínez, 1994; Rojas, 2018).

En la década de 1980 emergió el flujo de refugiados de Guatemala, ante el conflicto bélico que experimentaba el país, y a partir de los años noventa el de migrantes cuyo destino principal es Estados Unidos. Las causas principales de este último son los factores estructurales de Centroamérica, la ocurrencia de fenómenos naturales como los huracanes Mitch y Stan, en 1998 y 2005 respectivamente, y la violencia reciente generada por pandillas (Ángeles y Rojas, 2000; Castillo, 1997, 2001; Rojas, 2019; Rojas, Fernández y Ángeles, 2008).

Los flujos migratorios de guatemaltecos hacia el Soconusco no son homogéneos, obedecen a motivos socioculturales y económicos, y también ahí está identificada la presencia de hondureños y salvadoreños (Rojas y Ángeles, 2003; Rojas et al., 2008). Tales flujos están representados por mujeres que se dedican al servicio doméstico, las que trabajan en el comercio sexual, hay comerciantes de diverso tipo, los empleados en servicios y las/los niños que laboran en la economía informal, segmentos “íntimamente relacionados con una situación dominada por deficientes condiciones de trabajo y, en una buena parte de los casos, por violaciones a los derechos laborales y humanos” (Rojas y Ángeles, 2003, p. 17).

Como parte de los enfoques cualitativos para estudiar la migración familiar se propuso la perspectiva de unidad doméstica, desde la cual se pueden encontrar los vínculos entre la organización intrafamiliar, para desplegar estrategias de reproducción social, y los factores estructurales que ocurren en los ámbitos meso y macrosocial (Ángeles y Rojas, 2000, p. 136). En la misma dirección, con el concepto de redes sociales se explica cómo el trabajo agrícola de familias guatemaltecas en plantaciones cafetaleras se ha interconectado temporal y espacialmente con el trabajo doméstico, realizado en los centros urbanos principales del Soconusco, y la manera en que en estas estrategias de reproducción social han permeado las relaciones de poder intrafamiliares y en la dualidad conformada por empleadas de Guatemala y sus empleadores mexicanos (Rojas et al., 2008).

El flujo laboral trasfronterizo de guatemaltecos a Chiapas también se ha estudiado desde una visión sociodemográfica, con base en el análisis de los resultados de la Encuesta sobre Migración en la Frontera Sur de México (EMIF-Sur) 2007,3 se concluyó que uno de los segmentos poblacionales con mayor movilidad trasfronteriza es el de las esposas, debido a que tienen que regresar a sus hogares para realizar quehaceres domésticos y de cuidado; así como el de los de jefes de familia, quienes permanecen más tiempo en el Soconusco, porque están obligados a proveer los recursos económicos para el sustento familiar, ambos casos están asociados con la diferenciación del mercado laboral de dicha región (Nájera, 2011).

Aunque las fuentes de información cuantitativa han sido muy útiles para obtener un panorama general de los patrones de movilidad, se ha enfatizado en la necesidad de realizar más estudios de corte cualitativo (como el de Nájera, 2017 y Rojas, 2018, 2019) en los que se analicen las interrelaciones entre las dinámicas intrafamiliares y los contextos de frontera en el ámbito microsocial, de forma diacrónica y desde el punto de vista de las personas involucradas (Ángeles y Rojas, 2000; Rojas, 2019), con el objetivo de profundizar en el análisis de “las condiciones de vida y de trabajo de los migrantes y sus familias, las condiciones de vulnerabilidad, los riesgos a los que están expuestos y los procesos de inclusión/exclusión en distintos niveles” (Rojas, 2018, p. 146).

Aquí el análisis cualitativo y longitudinal se realizó a partir de los “relatos de vida”.4 Este trabajo es un producto del proyecto de investigación doctoral: “Estrategias de reproducción social en contextos transfronterizo y transnacional. Cuatro generaciones de familias campesinas del ejido Talquián, Unión Juárez, Chiapas”, financiado por el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología para el periodo 2016-2019; se empleó la observación no participante, se realizó un taller con las familias y se hicieron 22 entrevistas a profundidad, entre ellas a Marcos López y Alejandra Pérez, a una de sus hijas y a una nieta.

Según los resultados del trabajo de campo, las características de esta familia se presentan con regularidad y en generaciones distintas en la mayoría de las que residen en el ejido Talquián y del municipio en su conjunto, por ello se tomó como estudio de caso,5 como se constata en este testimonio:

El tiempo en que estoy viviendo en la comunidad, desde mi pequeñez, mi juventud y ahorita ya voy para la vejez, son 62 años, pero de los 62 años hay antecesores que se establecieron que ahorita cuentan más de 85 años, que todavía ellos son hijos de los que venían [de] un país que realmente colinda con México, que es, la hermana República de Guatemala. Entonces, ya por azares del destino, de que ellos decidieron venirse, ahora sí, a radicar aquí en la frontera, que es el ejido Talquián, por diversas cuestiones: una porque se ganaba mejor, la otra porque había facilidad de integrarse a adquirir unas tierras. Entonces aquí pues, la verdad, netos6 mexicanos no había (integrante de la comisaría ejidal, 10 de agosto de 2017).

A lo largo de su trayectoria de vida, la familia López Pérez ha desarrollado estrategias de reproducción social en las que los espacios de frontera, las relaciones de parentesco a uno y otro lado de la línea fronteriza, la división de trabajo intrafamiliar y la capacidad de agencia de cada uno de sus miembros han sido determinantes para sobreponerse en alguna medida a las situaciones de pobreza y marginalidad tanto en Guatemala como en México.

La intención de este artículo es contribuir a la comprensión de las dinámicas socioeconómicas de familias binacionales, trasfronterizas y trasnacionales del Soconusco. Por sus procesos de movilidad, esta región ha sido una de las más importantes de la frontera sur de México, y como todas las fronterizas, demanda un análisis “con un esfuerzo de visión transfronteriza de los hechos y procesos históricos” (Castillo, Toussaint y Vázquez, 2006, p. 10).

Este artículo consta de dos apartados, en el primero se expone el abordaje teórico metodológico, que parte de la definición de los conceptos ordenadores, como habitus (Bourdieu, 2002b, 2007), estrategias de reproducción social (Bourdieu, 2002a, 2011) y capitales (Bourdieu, 2001), además el de pluriactividad, migración, trasfronterizo y trasnacional. En el segundo se analiza la relación dialéctica entre las estructuras objetivas y subjetivas que han determinado las estrategias de reproducción social de la familia López Pérez en tiempos y espacios distintos. Al final están las conclusiones.

Abordaje teórico metodológico

Conceptos como habitus, tipos de capitales y estrategias de reproducción social, de Bourdieu (2002a, 2002b, 2007, 2011), poseen un potencial heurístico que ha permitido entender cómo los espacios de frontera se han convertido en un recurso objetivo para que la familia en cuestión pudiera desplegar el jornalerismo, la pluriactividad y la migración; estrategias de reproducción social que adquieren el carácter binacional, trasfronterizo y trasnacional.

El habitus le permitió a Bourdieu analizar la relación dialéctica entre las estructuras externas y las internas de los individuos, la cual determina las estrategias de reproducción social de las familias. El habitus se encuentra conformado por esquemas de percepción, de apreciación y de acción, estructurados por las condiciones socioculturales y económicas de existencia, y que una vez interiorizados estructuran y trasfieren, a través de las generaciones los sistemas de disposiciones, prácticas e ideologías características de un grupo de agentes, por lo tanto, el habitus es el principio generador estructurado y estructurante de las estrategias de reproducción social y representaciones sociales (Bourdieu, 2002a, 2002b, 2007, 2011).

Las estrategias de reproducción social están interconectadas en el tiempo y en el espacio y se orientan a la búsqueda o perpetuación de los bienes materiales (capital económico), la red de relaciones sociales (capital social), la instrucción escolar (capital cultural) y el estatus familiar (capital simbólico). Y, puesto que el objetivo principal de dichas estrategias es la obtención o incremento de los capitales mencionados, también se encuentran determinadas por el grado de distribución de éstos entre los estratos sociales (Bourdieu, 2002a).

De acuerdo con Baranger, los capitales deben entenderse a partir de la influencia de Marx sobre Bourdieu, es decir, “el capital, antes que, como una cosa, debe ser considerado como una relación social” (2012, p. 224). Los capitales están compenetrados y determinados entre sí, como parte de una estructura de relaciones sociales que Bourdieu denomina campo. Por lo tanto, el grado de distribución de ellos determina el lugar que ocupan los actores en un campo determinado (Bourdieu, 2001). En otras palabras, el capital social lo es porque, como parte de una estructura de relaciones, puede convertirse en uno cultural o económico y éstos en un capital simbólico (Baranger, 2012; Bourdieu, 2001).

El habitus permite identificar las estructuras objetivas y subjetivas que han determinado las estrategias de reproducción social de la familia López Pérez. Las estructuras objetivas y subjetivas se entienden como los elementos externos e internos, respectivamente que, a partir de su relación dialéctica, determinan las estrategias de reproducción social de las familias. Entre las estructuras objetivas están la frontera, como límite geopolítico, una mayor oferta laboral y mejores salarios del lado mexicano y la estructura familiar, que también funge como capital social; entre las subjetivas, la capacidad de agencia de los actores para cruzar la frontera, la valoración de lo que existe al otro lado de ésta y el cúmulo de sus conocimientos agrícolas.

La relación dialéctica entre las estructuras objetivas y subjetivas de los actores los ha llevado a desarrollar estrategias de reproducción social como la producción de autoconsumo, el jornalerismo, la pluriactividad y los procesos de migración. En cada una, los capitales se encuentran entrelazados, por ejemplo, el social consistente en la estructura familiar le permitió a los miembros trasmitir los conocimientos agrícolas necesarios para la producción de autoconsumo, que conformaron el cultural, gracias al cual los hijos se adaptaron al jornalerismo practicado en las fincas cafetaleras donde a cambio de su trabajo recibieron un salario, y así el capital cultural se convirtió en económico y simbólico.

Esta relación dialéctica entre las estructuras objetivas y subjetivas se ha utilizado en estudios de frontera, y se descubrió que, además del límite geopolítico, las prácticas cotidianas y esporádicas que desarrollan los actores con base en sus conocimientos también forman parte de lo trasfronterizo (Iglesias-Prieto, 2010; Ruiz, 1992). Puesto que adquieren dichos conocimientos por medio de la experiencia propia o a través de las redes de relaciones, la frontera es un filtro de personas y bienes y también de conocimientos, que permiten valorar los costos y beneficios de los cruces. En el mismo sentido, para Odgers, lo trasfronterizo se define a partir de las vivencias cotidianas que hacen de la frontera un espacio de transacciones económicas, así como de interacciones socioculturales, que la convierten en un recurso de mayor amplitud que determina la identidad de los actores fronterizos que incluso los distinguen de sus connacionales. No obstante, si la frontera se configura como un recurso más amplio “se debe precisamente a las diferencias que existen a un lado y otro de la línea […] a los contrastes a los que la frontera da un soporte” (2006, p. 122).

En la literatura también se destaca que lo trasfronterizo está determinado por relaciones de poder y de conflicto; Bustamante (1989) y Alegría (1989, 1990) definen este concepto a partir de la colindancia de dos países con diferencias estructurales en salarios, precios y consumos. La “adyacencia geográfica de diferencias estructurales” (Alegría, 1989, p. 62) hace de la frontera el espacio donde se intensifican selectiva y conflictivamente las relaciones de poder que existen entre los países. Grimson también considera esto, al plantear que existe una relación dialéctica entre el accionar del Estado y el de los actores fronterizos, que otorga la posibilidad a las comunidades de frontera de ser partícipes de los cambios sociopolíticos que ocurren en la nación o más allá de ella (2000a, p. 2). Mediante este reconocimiento de la capacidad de agencia de los actores de frontera, es posible analizar cómo ellos, en función de sus intereses, construyen y redefinen el sentido de la frontera tanto en sus espacios físicos como simbólicos (Andrade, 2010; Grimson, 2000b).

Lo que motivó a la familia López Pérez a desarrollar el jornalerismo trasfronterizo fueron las diferencias estructurales entre México y Guatemala y la valoración de lo que existía del lado mexicano. Según el relato de Alejandra, las condiciones de pobreza y los conflictos armados en Guatemala la orillaron a emplearse en la finca cafetalera Muxbal, en Chiapas, donde sufrió jornadas laborales pesadas y mal pagadas hasta que decidió casarse con un jornalero mexicano que conoció en la misma plantación. Esta familia es binacional y regional, porque sus integrantes son de nacionalidad distinta, que son rasgos distintivos de las trasfronterizas (Ojeda, 2005), pues se definen a partir del lugar de nacimiento, la nacionalidad y el lugar de residencia de todos sus integrantes, las relaciones de parentesco, el matrimonio, el nacimiento de los hijos y la dependencia económica de los ingresos obtenidos al otro lado de la frontera (Fernández, Orozco y Heras, 2016; Ojeda, 2005, 2009).

La migración es otra de las estrategias de reproducción social practicada por los López Pérez, lo que le ha dado el carácter trasnacional, cuyos rasgos son: a) la existencia de redes familiares que significan ayuda para el cuidado de hijos en las comunidades de origen; b) el uso cada vez más frecuente de las tecnologías de la información (TIC), mediante las cuales, a pesar de la distancia geográfica, sus miembros mantienen una comunicación constante y toman decisiones de manera conjunta, que determinan la vida familiar y c) el envío de remesas tanto monetarias, de dinero en efectivo, como sociales, relativas a estilos de vida distintos, representados y trasmitidos a través de calzado, ropa y equipos electrodomésticos, por lo que sus repercusiones son económicas, socioculturales y simbólicas, pues conllevan cambios en los patrones de consumo y denotan el compromiso y responsabilidad que el migrante mantiene con su familia (Fernández et al., 2016).

La existencia de redes familiares, el uso de las TIC y el envío de remesas se han analizado desde la perspectiva multidimensional de los cuidados, según la cual en las familias trasnacionales existe una “circulación de cuidados”, a partir de las telecomunicaciones. Los cuidados familiares, además de los personales, también incluyen el apoyo financiero (remesas en dinero y objetos), el práctico (a través de consejos), el emocional y el suministro de alojamiento (Baldassar, Majella, Merla y Wilding, 2014; Merla, 2014).

Mientras que las familias trasfronterizas se movilizan entre países vecinos y su residencia habitual se encuentra a uno u otro lado de la frontera, las trasnacionales se mantienen en contacto a otra escala, que involucra a países o continentes (Merla, 2014; Nájera, 2017).

En la familia López Pérez también se identificaron relaciones de poder que determinan la división intrafamiliar. Por ejemplo, las mujeres contribuyen en mayor medida al sostenimiento familiar, ya que además de ocuparse en la producción de autoconsumo también se emplean en actividades no agrícolas como el trabajo doméstico y la venta de comida, que son parte de los procesos de pluriactividad de las familias campesinas, cuyos miembros complementan los ingresos agrícolas con los no agrícolas. Según el enfoque de la nueva ruralidad, las familias campesinas se están alejando del modelo tradicional de producción-consumo (caracterizado principalmente por la tenencia de la tierra y el uso de la fuerza laboral familiar para la producción de sus alimentos) para convertirse en pluriactivas (Arias, 2009, 2013; Bendini, Murmis y Tsakoumagkos, 2009; Carton de Grammont, 2009; Martínez, 2009; Méndez, 2009; Schneider, 2009).

La pluriactividad depende de un conjunto de variables y factores relacionados con la dinámica de las familias y de los individuos que las componen; por ello, su estudio requiere un análisis del contexto y de las condiciones sociales y económicas en que viven, así como de las expectativas y de los intereses de los individuos (Schneider, 2009).

El jornalerismo trasfronterizo, la pluriactividad y los procesos de migración se consideran estrategias de reproducción social porque están entrelazadas en tiempos y espacios distintos, y orientadas a obtener, mantener e incrementar los capitales social, cultural, económico y simbólico.

Estrategias de reproducción social e integración de los López Pérez

Esta familia ha sido una unidad doméstica desde que se integró, está formada por el padre, de 59 años, que nació en el ejido Talquián, cuenta con estudios de primaria completa, y en la actualidad se dedica al campo, pero también tiene experiencia migratoria nacional e internacional. La madre, de 57 años, originaria de Guatemala, solo cursó el primer año de primaria, y se dedica a la producción de autoconsumo, al comercio y servicio de molienda de maíz. Marcos López y Alejandra Pérez se conocieron en Muxbal, donde ella estuvo trabajando desde que tenía 12 años, y a los 20 decidió casarse como una estrategia para escapar de las condiciones de vida difíciles en Guatemala, de la finca y de las presiones que ejercía su familia de origen para que apoyara en su sostenimiento. Si este hecho se encuentra en investigaciones futuras, podría contribuir a comprobar la hipótesis de Robichaux (2002) acerca de que los factores económicos repercuten en la edad para contraer matrimonio y, por lo tanto, en el aumento de la población. La madre relató así su experiencia:

Cuando yo era pequeña ahí vivíamos en Malacate [Guatemala]. Cuando hubo la guerra fue cuando fuimos para Córdoba [México], pero no tardamos ahí porque ya nos dijeron -a mi papá- que estaba ese terreno baldío [y] fue que se fue para Sibinal [Guatemala]. Ahora sí, nos fuimos otra vez para allá, que ya teníamos el terrenito, y allí, ya yo crecí; viví mis 12 años y ya me pasé a la finca, de los 12, 13, 14, 15, hasta que llegué a mis 19, 20 años allí. Ya después, ya me aburrí porque mi papá todo lo quitaba mi dinero y ya compraba maíz y jabón. Miraba yo a las muchachas que se vestían bien, se calzaban bien, y yo ahí trabajando en la finca; pensé “no, mejor me caso”. Llegó [el que ahora es] mi esposo, un novio, de una vez [me casé] (Alejandra Pérez, 17 de agosto de 2017).

Al casarse, Alejandra siguió el patrón cultural del sistema familiar mesoamericano; decidió moverse a la comunidad de su esposo, el ejido Talquián, en donde procrearon cuatro hijos,7 quienes han participado en el jornalerismo, la producción de autoconsumo, la pluriactividad y los procesos migratorios. Dos de ellos aún permanecen en Estados Unidos.

Para los López Pérez, el desarrollo de las estrategias de reproducción social y los capitales cultural, social y económico ha sido muy importante, ya que se encuentran entrelazados y se trasforman unos en otros. Las interacciones entre los integrantes de la familia se consideran como capital social, ya que a través de ellas se han trasmitido conocimientos útiles para llevar acabo la producción de autoconsumo, pues ésos se convierten en una forma de capital cultural incorporado, que tiempo después les permitió a los actores desempeñarse como jornaleros en la finca Muxbal, donde a cambio de su trabajo recibieron un salario, y así el capital cultural se tornó en económico.

Producción de autoconsumo

En esta investigación, las evidencias empíricas contrastan con lo propuesto en el enfoque de la nueva ruralidad acerca de que las familias campesinas se están alejando del modelo tradicional de producción-consumo, para convertirse en pluriactivas. Para los López Pérez, la producción de autoconsumo sigue siendo una estrategia de reproducción social muy importante, puesto que se ha practicado desde las generaciones anteriores, tanto en el lado mexicano como en el guatemalteco. Entre los productos principales de autoconsumo se encuentran maíz, papa, trigo, frijol, calabaza, chilacayote y chayote y animales de traspatio, como gallinas y borregos.

Los conocimientos de cultivo para llevar a cabo la producción de autoconsumo se han trasmitido de una generación a otra, lo que prueba la importancia de los capitales social y cultural representados por la estructura familiar y los saberes heredados, respectivamente. A Alejandra, los conocimientos agrícolas y domésticos aprendidos en Guatemala le fueron útiles en México, donde continuó con las mismas actividades, su caso es un ejemplo de que a través de los límites fronterizos fluyen mercancías, personas y también saberes, que determinan el accionar de los actores al otro lado de la frontera.

Al fijarse los límites geopolíticos entre México y Guatemala, el flujo de saberes y de las mismas labores productivas adquirieron su carácter trasfronterizo, no obstante, las actividades de autoconsumo y toda la organización social presentan rasgos que corresponden al patrón cultural del sistema familiar mesoamericano. Por ejemplo, la repercusión del matrimonio a temprana edad de la madre y la hija fue que la cantidad de descendientes fuera mayor; ellos apoyan en el mantenimiento de las tareas de autoconsumo. Mientras los hombres se dedican al cultivo de maíz y frijol y a cortar leña, las mujeres se ocupan del cuidado de los hijos, de la siembra de verduras, la crianza de animales de traspatio, el acarreo de leña y la preparación de alimentos.

La división del trabajo entre hombres y mujeres está caracterizada también por relaciones de poder y de conflicto, reflejadas en el tipo de residencia virilocal, que se convierte en un factor que confirma que lo trasfronterizo está marcado por dichas relaciones, es decir, a través de la frontera también fluyen las relaciones de subordinación entre los actores. Alejandra tuvo que emplearse en la finca Muxbal para apoyar a sus padres con el mantenimiento de su familia de origen; cuando se unió a su esposo experimentó la residencia virilocal, y realizaba labores domésticas para los otros miembros de la familia. Y lo expresó así:

Sí, ya estaba acostumbrada. Mi mamá me enseñaba a moler en piedra, a resaltar la masa, a sacar la tortilla y a tortear. Cuando ya fui con mi suegra -a México-, había siete hombres, y yo venía a hacerles las tortillas para todos. Nos levantábamos a las cuatro de la mañana a moler, no me tocaba nada (Alejandra Pérez, 17 de agosto de 2017).

La producción de autoconsumo representada por la familia López Pérez es histórica y actual, y ha fluido a través de la frontera. En su desarrollo han influido estructuras objetivas características del sistema familiar mesoamericano, como la residencia virilocal, el matrimonio a temprana edad y la división del trabajo por géneros y estructuras subjetivas, como el cúmulo de conocimientos agrícolas y la capacidad de agencia de los actores para organizarse y producir alimentos propios. No obstante, la división del trabajo está marcada por relaciones de poder reflejadas en una carga mayor para las mujeres, que es aún más intensa cuando, aparte de las faenas de traspatio y la preparación de alimentos, ellas tienen que vender su fuerza laboral en el jornalerismo, para así comprar insumos alimenticios y domésticos que no pueden producir.

Jornalerismo agrícola nacional y trasfronterizo

En México, las características del jornalerismo son la movilidad espacial, la dispersión territorial y un gran componente familiar, por lo que es difícil su registro y eso, por lo tanto, imposibilita visibilizar rasgos como “bajos salarios, alta inestabilidad en la duración de la contratación, nula protección social y alta exposición a riesgos de salud y seguridad en el trabajo” (Valdivia y Sánchez, 2017, p. 2). Estas características han estado presentes en la familia estudiada, con la salvedad de que está integrada por jornaleros mexicanos y guatemaltecos, de ahí que se haga la distinción entre el jornalerismo agrícola nacional y el trasfronterizo, pues sus miembros son de nacionalidad distinta. Cuando Alejandra era soltera tenía que cruzar la línea fronteriza entre Guatemala y México para emplearse en la finca. Según su relato, fueron las condiciones de precariedad y los conflictos armados en Guatemala las estructuras objetivas que orillaron a su familia a vender su fuerza laboral en fincas cafetaleras mexicanas.

Yo trabajaba en la finca, en el mes de diciembre había que hacer la tapisca; ya terminando nos metían en la re-trilla,8 y ya en ese tiempo a llenar bolsas, comer pura milpa, comer frijol del duro, quemado, olía a quemado, y ganando casi 18 pesos a la semana […] Porque en ese tiempo pagaban como 10 pesos la bolsa de café, ya después llegó a 25, después llegó a 50, ya cuando estaba a 50 o 40 es cuando yo me casé [en 1980]. Comprábamos así jabón, arroz, aceite, latas de chile o sardinas en Unión Juárez (Alejandra Pérez, 17 de agosto de 2017).

Las razones que llevaron a Marcos a emplearse como jornalero agrícola fueron la tradición de sus padres de vender su fuerza laboral en las fincas cafetaleras, así como la ubicación de su terreno en la parte alta del ejido, pues se encuentra en zonas donde el clima no es propicio para el cultivo del café, sino para el de maíz.

Pues nosotros íbamos a cortar café con la gente, aquí arriba ya muy poco se da el café. Ahora sí que la época de café es de aquí para abajo, por Unión Juárez y toda esa parte […] casi todos los de aquí se iban a trabajar en los ejidos, a cortar café (Marcos López, 12 de agosto de 2017).

El jornalerismo agrícola también lo practicaron los hijos de los López Pérez, en algún momento, como se ilustra en el relato siguiente; hombres y mujeres acompañaban a sus padres cuando se dirigían a las parcelas de ejidatarios durante la tapisca de café. La trasmisión de conocimientos y de las actividades productivas a través de las generaciones da cuenta de cómo el capital social, representado por la estructura familiar, se convierte en cultural y a su vez en económico con el pago de jornales, en el contexto de la finca.

Yo empecé cortando café; no más recuerdo, tenía yo como mis 7 años [en 1987] ya a la edad de 12 años en adelante, cortábamos café con don Fernando, con el difunto Rogelio, con el difunto Gabino y con el profesor Carlos (Ruth López Pérez, 8 de junio de 2018).

En el caso de Alejandra, en el jornalerismo agrícola entraron en juego las estructuras objetivas, como los grados de pobreza y los conflictos armados en Guatemala, y las subjetivas, como los conocimientos y valoración del cruce de frontera, ya que al “otro lado”, en comparación con la situación de su país, encontraría cierto grado de estabilidad laboral y económica, aunque las condiciones de trabajo de la finca también eran precarias.

Para Marcos y los descendientes, la tradición familiar y la ubicación del terreno son las estructuras objetivas que determinan la práctica del jornalerismo. Entre las subjetivas se identifica la valoración de los beneficios económicos de la venta de su fuerza laboral, cuyo salario permite adquirir insumos alimenticios como sal, azúcar, arroz y algunos artículos de limpieza.

Puesto que para los López Pérez los ingresos económicos obtenidos mediante el jornalerismo son insuficientes, han tenido que iniciar procesos de pluriactividad como la venta de comida, hortalizas y flores y servicios como la molienda de maíz, para sufragar la educación de los hijos, y así los capitales social, cultural y económico se convierten en simbólico, representado por el estatus adquirido con la terminación de estudios del nivel medio o superior.

Diversificación agrícola y pluriactividad

La comercialización de hortalizas está ligada con la producción de autoconsumo, pues un porcentaje menor de los productos agrícolas que se cosechan para la alimentación de la familia se destina a la venta. En un principio el tipo de comercio era triangular, ya que en Tapachula, Chiapas, Alejandra vendía frutas y verduras que ella producía en Talquián, y con el dinero obtenido compraba frutas que no se cultivan en dicho ejido, para venderlas en la finca Muxbal. Gracias a su experiencia como jornalera agrícola trasfronteriza, ella se dio cuenta que la finca era un buen mercado, conformado principalmente por consumidores que fueron sus compañeros de trabajo; como se constata en los relatos siguientes. Dicha experiencia se articuló cronológicamente con su actividad de comerciante de frutas en el mismo espacio de trabajo, y así el capital social (representado por la ayuda del esposo y la hija) y el cultural se convirtieron en económico, que a la postre serviría para la construcción de su casa.

Yo comerciaba en Tapachula guineo, camote, chayote, tomate de árbol, chile, flor, chilacayote; ya de Tapachula traía yo para Talquián mango, mandarina, naranja camarón, chorizo, queso, pescado seco y me iba yo a vender a Muxbal. Y también empanaditas así hechas, tostadas, frijoles molidos y luego la salsa y el mole. A Tapachula iba yo lunes, miércoles y viernes y de aquí de Talquián el sábado iba temprano a vender a Muxbal. Las tostadas mi esposo las llevaba cargando (Alejandra Pérez, 17 de agosto de 2017).

Mi mamá vendía lo que era el plátano de seda y chayote hasta Tapachula. Y a través del tiempo yo me fui acostumbrando a cocinar, a cómo cuidar un niño; no era mi trabajo, pero sí era mi obligación pues, eran mis hermanitos (Ruth López Pérez, 8 de junio de 2018).

Alejandra dejó el comercio en Tapachula y en Muxbal por problemas de salud; no obstante, como ella lo narró entonces, se dedicaba a la molienda de maíz con un molino de nixtamal que compró en Guatemala, en 2014, con remesas que le envió uno de sus hijos que radica en Estados Unidos, así se articulan varias estrategias en espacios distintos, y lo trasfronterizo con lo trasnacional:

Le dije, que como aquí no había molino: ¿Por qué no compramos un molino, mijo? ¿Cuánto vale? No estaba barato. Es como 10 mil pesos, le digo. Ay, mamita, mañana le mando el dinero. Estaba bueno el quetzal. Y nos fuimos e hicimos el convenio y todo. Y ya la gente fue hasta “la línea”,9 a traer el molino; yo les preparé comida acá y todo [y] ahí vino el motor. Y sí, gracias a Dios, esto me está ayudando bastante (Alejandra Pérez, 17 de agosto de 2017).

Entonces, la pluriactividad consistente en la prestación del servicio de molienda de maíz se encuentra ligada con los procesos migratorios. Aquí entran en juego estructuras objetivas, como las fronteras México-Guatemala y México-Estados Unidos, el valor del dólar y del quetzal, frente al peso mexicano. De nuevo se identifica la importancia del capital social, representado por el hijo que reside en Estados Unidos, y el económico, que pasa de dólares a pesos y luego a quetzales, para la compra del molino que actualmente sirve de herramienta principal para generar ingresos no agrícolas.

La venta de flores y de comida, como parte de las estrategias de reproducción social, trasmitida a través de las generaciones, es la actividad principal que en la actualidad sostiene a Ruth y a las nietas10 de los López Pérez; se dedican a esto, sobre todo los fines de semana, ante el arribo de turistas que residen en Tapachula, y que van en busca del clima templado-húmedo que caracteriza a Talquián.

Ruth y sus hijas cuentan con un invernadero construido por la familia para la producción de flores, las cuales se ofrecen en el parque del ejido, frente al templo católico. A unos metros está el local de madera rústica que rentan, donde venden quesadillas, empanadas, pollo en mole y caldo de gallina, que en el argot de la región se les conoce como “gallinas de rancho”. Los ingresos obtenidos se utilizan mayoritariamente para el sostenimiento de los estudios profesionales de las jóvenes:

Y a esa edad mi papá se fue a los Estados Unidos [cuando ella tenía 13 años, en 1994], y yo empecé a trabajar en Unión Juárez con don Beto Reyes. Ahí duré casi dos años y medio. Ahí fue donde yo me enseñé a ver cómo atender a una persona, y, gracias pues a ellos y a mí mismo esfuerzo yo, ahora sí, puedo tener lo que vendo ahorita, venta de flores, venta de comida, venta de alguna fruta, como es el tomate de árbol, cuando es tiempo de chayote, igual, sacamos por costales el chayote, para Tapachula. De ahí sale el gasto de las hijas. Ella se lleva $600 en la mano; a veces $1 200 con todo y la renta; ahí sale para los cuatrimestres que yo pago, o para la del COBACH,11 de ahí salía también. Y los útiles de la primaria también (Ruth López Pérez, 8 de junio de 2018).

Las prácticas pluriactivas de los López Pérez son un ejemplo claro de cómo el capital social y el económico se utilizan para incrementar otros, como el cultural y el simbólico, relacionados con la instrucción escolar y el prestigio que se obtiene en la comunidad si alguno de los habitantes culmina los estudios universitarios. No obstante, los ingresos provenientes de actividades no agrícolas, al igual que de las remesas enviadas desde Estados Unidos, se destinan para la educación de los hijos, la alimentación y los servicios de salud.

Procesos migratorios

Entre las estructuras objetivas que determinaron los procesos de migración internacional se identificaron la insuficiencia de capital económico (para sufragar la educación de los hijos y los servicios médicos) y la existencia de un capital social, representado por la estructura familiar y las redes migratorias. Entre las estructuras subjetivas, se encontró la capacidad de agencia de los actores y la valoración de lo que existe al otro lado de la frontera norte de México, como se evidencia a continuación:

Me fui en el 92 [1992 y regresó en 1994] a Estados Unidos. Estuve en Florida, Delaware, Ohio, Kentucky, en Nueva York. Me fui porque mi esposa se enfermaba mucho y llegué a deber en ese tiempo 12 millones, que ahorita son 12 000 pesos, que ya se ve muy poco pues, 12 000, pero en aquel tiempo decían 12 millones, era un dineral12 (Marcos López, 12 de agosto de 2017).

Los procesos migratorios hacia Estados Unidos incluyen los contextos de las fronteras norte y sur de México. Según el relato siguiente, fueron personas de Guatemala las primeras que los iniciaron y que, entre las convivencias trasfronterizas, aconsejaron a sus parientes mexicanos irse a Estados Unidos. Son factores que vinculan de nuevo lo trasfronterizo con lo trasnacional:

Cuando pasé para allá [Estados Unidos], al principio me invitó un cuñado, hermanito de mi esposa; pues esa vez no pudimos llegar. Ya después me fui solo. Me encontré con otras personas y nos fuimos, no llevábamos, ahora sí que, como dicen, coyote, nosotros solos nos fuimos. Y, gracias a Dios, sí llegamos (Marcos López, 12 de agosto de 2017).

Durante el tiempo que los migrantes residen en Estados Unidos se mantienen en contacto con los familiares que se quedan, y así empiezan los procesos de trasnacionalismo. La interrelación entre ellos es constante, a través de llamadas telefónicas y redes sociales, como Facebook, del envío de remesas y del deseo de regresar a Estados Unidos de quienes han vuelto al ejido.

El trasnacionalismo de los López Pérez también se concreta en la coexistencia de las estrategias de reproducción social en épocas y espacios distintos. Mientras Marcos trabajó en Estados Unidos, Alejandra siguió comercializando verduras y empleándose en el servicio doméstico. También destaca que en los vínculos trasnacionales persisten las relaciones de poder dentro de la familia, al considerar la labor femenina como “trabajitos”, y las actividades del hombre como “trabajo”, como consta en este testimonio:

Ya estando allá [Estados Unidos] empecé a trabajar. Empecé a trabajar y tuve que mandar ya a pagar lo que se debía. Pagué poco a poco pues mi esposa siempre iba a vender cositas, como chayote, camote y otros trabajitos, ir a lavar ropa, mientras yo conseguía trabajo (Marcos López, 12 de agosto de 2017).

El apoyo de Alejandra y Marcos ha sido fundamental en los procesos migratorios y trasnacionales de sus descendientes, como se ilustra en los relatos siguientes. La ayuda de él fue importante para iniciar el viaje hacia Estados Unidos y la de ella para el cuidado de sus nietas, cuando Ruth radicó en ese país por nueve años, hecho que forma parte de los procesos trasnacionales experimentados por la familia, en relación con los cuidados, y da cuenta de la relevancia del capital social en los procesos migratorios y en el desarrollo de las estrategias de reproducción social en general.

Pues mis hijos están ahí en el norte, trabajando. Por lo mismo, porque no había cómo sostener lo del estudio, y ellos ya no quisieron estudiar; estaba yo todavía allá cuando el mayor llegó allá. Después se fue el otro más pequeño; después se fue mi hija, pero mi hija ya vino (Marcos López, 12 de agosto de 2017).

Yo me fui a Estados Unidos [en 2001]. Mi esposo tardó 11 años; yo tardé nueve años. Durante [el tiempo que] me fui la que cuidó a mis niñas fue mi mamá. Cuando yo me fui a Estados Unidos la primera tenía tres años y la segunda tenía año y siete meses. Apenas aprendía a caminar; ya no le seguí dando pecho, se lo quité y me fui. Fue ella la que me ayudó con ellas, y gracias a Dios todavía la tengo viva [a su madre] (Ruth López Pérez, 8 de junio de 2018).

Según su testimonio, Ruth se desempeñó en el trabajo doméstico y el jornalerismo agrícola en localidades cercanas al ejido Talquián y en Estados Unidos, donde laboró en la limpieza de hoteles, en la pisca de tomate y como cocinera. El capital económico que obtuvo allá sirvió para la construcción de la casa donde vive su familia y para pagar los estudios básicos de sus hijas. En la actualidad, Ruth se dedica a la venta de flores y comida, para sufragar los gastos de la educación media superior de sus hijas, una vez más se manifiesta cómo los capitales social, cultural, económico y simbólico se encuentran compenetrados.

Conclusiones

El análisis de la trayectoria de la familia López Pérez reafirma la necesidad de realizar más estudios de corte cualitativo, diacrónicos y desde los relatos de vida de los actores. En conjunto, éstos podrían contribuir a contrastar hipótesis de mayor alcance, como la de Robichaux (2002), en relación con la influencia de los procesos económicos sobre los de poblamiento, y la que se propuso desde el enfoque de la nueva ruralidad, acerca de la desaparición de las familias campesinas que dan paso a las pluriactivas.

En cuanto a las dinámicas intrafamiliares, más estudios como el de los López Pérez pueden ser útiles para comprender la organización de familias ubicadas en la franja fronteriza de la región del Soconusco, debido a que se presentaron elementos identificados como parte del sistema familiar mesoamericano (Robichaux, 2002), del modelo unidad doméstica (Oliveira y García, 2017) y de los tipos de familias binacionales, trasfronterizas y trasnacionales (Baldassar et al., 2014; Fernández et al., 2016; Merla, 2014; Ojeda, 2005), en los cuales las relaciones de poder se concretan en una mayor carga laboral para las mujeres.

Como se vio, los tres modelos son metodológicamente afines a los conceptos de Pierre Bourdieu (2002a, 2002b, 2007, 2011), ya que el de habitus permite identificar las estructuras objetivas y subjetivas cuya relación dialéctica determina las estrategias de reproducción social que las familias desarrollan con el afán de obtener, mantener o incrementar los capitales. En este artículo se vio cómo el uso del capital social permitió incrementar el cultural, económico y simbólico de los López Pérez.

Desde el ámbito de estudios de frontera, el caso analizado aquí confirmó que es fundamental tomar en cuenta una visión trasfronteriza, para explicar las dinámicas que ocurren a ambos lados de la línea geopolítica entre dos países. También se observaron vínculos entre lo trasfronterizo y lo trasnacional, lo cual puede ser objeto de estudio de investigaciones futuras.

Agradecimientos

Mi profundo agradecimiento a Martha Luz Rojas Wiesner, Carla Beatriz Zamora Lomelí, María Guadalupe Ortíz Gómez y Enrique Coraza de los Santos, investigadores de El Colegio de la Frontera Sur, cuyas observaciones hicieron posible el presente trabajo. Además, a los revisores anónimos por sus comentarios y sugerencias, que contribuyeron a mejorarlo.

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Notas

1 Para resguardar la identidad de los participantes en esta investigación, los nombres del padre y la madre de la familia entrevistada se sustituyeron por los pseudónimos de Marcos López y Alejandra Pérez, al igual que el nombre de una de sus hijas, por el de Ruth.

2 Está ubicado al sureste de la entidad, en la región del Soconusco; colinda al norte y al oeste con el municipio de Cacahoatán, Chiapas, y al norte, sur y este con la República de Guatemala. Su altitud oscila entre 500 a 4 000 msnm (Comité Estatal de Información Estadística y Geografía, 2015; Instituto Nacional de Estadística y Geografía [INEGI], 2008).

3 El Colegio de la Frontera Norte, Instituto Nacional de Migración, Consejo Nacional de Población, Secretaría del Trabajo y Previsión Social y Secretaría de Relaciones Exteriores. (s/f). Encuesta sobre Migración en la Frontera Guatemala-México 2004, 2005, 2006 y 2007. México, D.F.

4 Cuando se analizan los relatos de vida, la información no se utiliza para hacer inferencias estadísticas o para comprobar hipótesis preestablecidas, sino que se escudriñan para comprender “cómo funciona un mundo social o una situación social […] la configuración interna de las relaciones sociales, sus relaciones de poder, sus tensiones, sus procesos de reproducción permanente y su dinámica de transformación” (Bertaux, 2005, p. 23).

5 De acuerdo con Rojas (2018, 2019), y la consulta propia, los censos oficiales no arrojan datos sobre la cantidad de inmigrantes en México por localidad, solo existen registros de entidades federativas, y la EMIF Sur desde sus inicios no cuenta con puntos de levantamiento de información en Unión Juárez, Chiapas. A reserva de una revisión más exhaustiva, dicha información podría ser uno de los rubros por considerar en los próximos censos de población y vivienda. Algunos de los enlaces de las fuentes consultadas entre el 15 y 17 de julio de 2019 son los siguientes: https://www.inegi.org.mx/temas/migracion/default.html#Tabulados https://www.colef.mx/emif/cgeosur.php https://www.inegi.org.mx/contenidos/programas/ccpv/2010/doc/fd_iter_2010.pdf

6 Son personas mexicanas por nacimiento, y con ascendencia mexicana por nacimiento.

7 Al momento de la entrevista (17 de agosto de 2017), su hija mayor tenía 38 años, y había cursado la secundaria completa y su ocupación era el trabajo doméstico y la venta de comida y flores. El segundo hijo, de 36 años, con primaria incompleta, era campesino. El tercero, de 34 años, con secundaria completa, también se dedicaba al campo, y la hija menor, con secundaria incompleta, era ama de casa; solo esta última no contaba con experiencia migratoria hacia Estados Unidos.

8 Es el proceso en el que se separa el grano de las capas o coberturas, para lo cual se utiliza maquinaria especializada. La labor del campesino es introducir los granos de café en la maquinaria.

9 “La línea” se refiere a la línea fronteriza entre México y Guatemala.

10 Una de las nietas entrevistada tenía 20 años, y era estudiante universitaria. Su hermana, de 18 años, cursaba el bachillerato. Ambas apoyan en la venta de comida y flores.

11 Colegio de Bachilleres de Chiapas, institución pública educativa del nivel medio superior.

12 La reconversión o redenominación monetaria es una medida para hacer frente a “la pérdida de poder adquisitivo ocasionado por la inflación, los altos intereses y la fuerte depreciación frente a otras divisas del mundo” (Mesa y Gómez, 2008, p. 14), así sucedió en México, ante las crisis económicas recurrentes en la década de 1990 (Griffith-Jones, 1996). Durante el trabajo de campo, un quetzal equivalía a 2.46 pesos mexicanos, un dólar a 7.71 quetzales y a 18.99 pesos.

Notas

Cómo citar: Ruiz Juárez, C. E. (2019). Estrategias de reproducción social. El caso de una familia binacional, trasfronteriza y trasnacional en la región México-Guatemala-Estados Unidos. región y sociedad, 31, e1159. doi: 10.22198/rys2019/31/1159

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